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Refugiada, diseñadora, activista anti-Trump: las vidas de la chilena María Cornejo

Por AFP

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De refugiada política a los 12 años durante la dictadura de Pinochet al mundo del punk y la moda en Londres, del éxito fulgurante en Japón a las pasarelas de Nueva York y al activismo político en la era Trump, la chilena María Cornejo parece tener mil vidas. En tiempos turbulentos en los que el flamante presidente Donald Trump intenta bloquear la entrada de refugiados de todo el mundo y de ciudadanos de varios países musulmanes a Estados Unidos, la diseñadora chileno-neoyorquina, dueña de la marca Zero+María Cornejo, hace hincapié en la diversidad y en "las mujeres fuertes".

Cornejo envió el lunes por las pasarelas de la Semana de la Moda de Nueva York a modelos de 16 países, de Uganda a República Dominicana, de Polonia a Brasil, con vestidos femeninos e intensos, en terciopelo rojo sangre y bronce, con un uso liberal del drapeado como es su estilo y grandes abrigos peludos y reversibles. O con vestidos negros "de seda acolchada de ambos lados que calzan como una armadura pero tienen el peso de una pluma y son seductores al tacto", según las notas del desfile. "Esta colección es para una mujer fuerte, que no tiene que vestirse como un hombre para serlo", dijo Cornejo a la AFP tras bambalinas, segundos después de terminar el desfile de su colección otoño/invierno 2017 en el barrio de Chelsea. Cornejo es conocida por su estética geométrica, minimalista. Sus vestimentas sofisticadas, simples pero interesantes, son cómodas y van fácilmente del día a la noche con el cambio de accesorios o zapatos.

Más diversidad

Cornejo dice que la invade "una tristeza" tremenda cuando piensa en la decisión de Trump de bloquear la entrada a refugiados, que la justicia ha suspendido por ahora. "Siempre pienso en la situación política a la hora de crear, es difícil ignorarla, la única manera en que podemos combatir esto es con la belleza, con la diversidad de las modelos y con el espíritu de generosidad", afirmó. "Me gusta hablar ahora porque puedo usar mi voz, y hay que usarla", aseguró Cornejo, que ha vestido a la exprimera dama Michelle Obama, a la artista Cindy Sherman o a la actriz Tilda Swinton, y dice sentirse "siempre" como "una activista" política. Una voz que los millones de latinoamericanos indocumentados en Estados Unidos, que Trump quiere deportar, no poseen. Cornejo, de cincuenta y pocos años, participó en la gigantesca Marcha de las Mujeres de Washington DC el 21 de enero, al día siguiente de la investidura de Trump.

El poder de la democracia

"Soy una mujer que es una madre, una inmigrante, una refugiada política, una ciudadana estadounidense, una propietaria de un negocio pequeño, y una creyente en el cambio climático", escribió Cornejo en una columna en la revista W, tras la marcha. "Creo que ser activa socialmente es importante. Está arraigado en mí como refugiada política. Expresar libremente nuestras diferentes opiniones es parte de nuestros derechos como ciudadanos estadounidenses y es algo que no doy por sentado dada mi experiencia de vida", agregó. Cornejo contó, en una larga entrevista en marzo pasado con la publicación feminista online semanal Lenny Letter, que con sus padres y hermanos debió dejar Chile en 24 horas, solo con la ropa que llevaba puesta. Durante un año se refugiaron en Perú, y durante medio año durmieron en una iglesia.

La llegada a Inglaterra fue dura también. Tuvieron que compartir casa con muchos otros refugiados durante meses en Londres, y luego terminaron en Manchester. No hablaba inglés, y los niños muchas veces eran malos. "¡Jodida paqui!", le gritaban por la calle, pensando que era india o paquistaní. Conoció el éxito muy joven, a los 20 años, en su primera colección con su socio John Richmond. Con Richmond-Cornejo llegaron a tener más de 20 tiendas en Japón. Trabajaban también en Italia, viajaban sin parar. Pero para Cornejo era demasiado, demasiado rápido. Era bulímica, tenía 21 años, y no era feliz. La sociedad con Richmond finalmente acabó. Años después, en 1998, dos años luego de mudarse a Nueva York, y ya más tranquila y experimentada, abrió su primera tienda en el barrio de Nolita. La bautizó Zero. Luego abrió otra mayor, con aires de galería de arte, en la famosa Melrose Place, en Los Angeles.

Hace cinco años se tornó ciudadana estadounidense, para poder votar. Y en esta NYFW escogió transmitir un fuerte mensaje político, comenzando por el prendedor de la asociación Planned Parenthood que los invitados recibieron al comienzo del desfile. Esta organización provee servicios de salud y planificación familiar gratis a mujeres de todo el país y depende de los fondos gubernamentales para sobrevivir. Pero los republicanos amenazan con desfinanciarla.(AFP)

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