Agentes de cambio en la moda (parte 5): la visión de Natascha van der Velden sobre la moda sostenible
Existen numerosas iniciativas de sostenibilidad, pero ¿quién impulsa realmente la transición en la industria de la moda, aunque sus esfuerzos no siempre sean visibles para el gran público? En esta serie entrevistamos a agentes de cambio, consultores, expertos en sostenibilidad y activistas de la moda. ¿Qué podemos aprender de su trabajo?
En esta ocasión hablamos con la doctora y diseñadora industrial Natascha van der Velden, investigadora independiente y consultora especializada en moda sostenible y textiles. Su mirada experta la ha convertido en una voz habitual en los medios, donde analiza y comenta de forma regular la evolución —y las contradicciones— de la sostenibilidad en la moda.
1. ¿Quién es usted y cuál es su formación y área de experiencia?
Soy Natascha van der Velden y llevo toda la vida fascinada por los textiles, la ropa y la moda. En 1994 me gradué en la TU Delft en textiles sostenibles, siendo una de las primeras en ocuparse de este tema. Fue algo realmente pionero.
Tras graduarme, trabajé 15 años en la industria textil. Después regresé a la TU Delft para realizar una investigación doctoral sobre cómo los diseñadores de moda pueden influir en la sostenibilidad. Me dediqué a calcular el impacto de diferentes materiales y métodos de producción mediante análisis del ciclo de vida (ACV). Desde entonces, trabajo en proyectos de investigación, asesoro a empresas, escribo artículos e imparto clases sobre sostenibilidad y ACV en textiles.
2. ¿En qué está trabajando actualmente?
Trabajo en proyectos que ayudan a las empresas a medir y mejorar cuantitativamente la sostenibilidad. Por ejemplo, colaboro estrechamente con una empresa que está implementando un sistema de producción on-demand. Esto significa que la ropa solo se fabrica cuando hay demanda. Esto choca frontalmente con el método de trabajo habitual en la moda, donde los productos primero se desarrollan y producen, y luego se presentan al consumidor. La producción bajo demanda es una forma prometedora de combatir la sobreproducción y la destrucción de ropa no vendida.
Además, me centro en la investigación de materiales, como el uso de tejidos reciclados y el procesamiento de residuos textiles para mejorar aún más la sostenibilidad de los productos.
3. ¿Cómo ha evolucionado la sostenibilidad desde su investigación doctoral (2016)? ¿Qué progresos se han logrado? ¿Realmente lo llamaría progreso?
Esa última es una buena pregunta. Desde la perspectiva de la producción bajo demanda, es difícil entender por qué la gran mayoría del sector sigue aferrándose a la producción en masa y a las rebajas interminables de artículos que no se venden bien.
Lo positivo es que la sostenibilidad está en el radar de todos. Tanto de los profesionales de la moda como de los estudiantes en formación. Esa conciencia es crucial: si no sabes lo que ocurre, no puedes idear soluciones.
Lo negativo es que las cifras, como el impacto ambiental total, aún no disminuyen sustancialmente. Esto se debe principalmente a que cada vez se produce más. Se pueden hacer productos más sostenibles, pero si la cantidad total sigue aumentando, el impacto sigue siendo alto. Sin incentivos fuertes o una regulación clara, esto no cambiará rápidamente. Desafortunadamente, en un mundo de libre comercio es difícil establecer reglas efectivas. Y cuando hay legislación en camino, se ve que los lobbies empresariales intentan suavizarla, como ha ocurrido con la CSDDD.
Alcanzar los objetivos climáticos para 2030 —como un 55 por ciento menos de emisiones de CO₂ respecto a 1990— es complicado. El sector produce ahora tanto más que incluso reducir a la mitad las emisiones por producto es insuficiente. Eso me preocupa.
Afortunadamente, también veo avances esperanzadores: muchas empresas invierten en innovación y surgen hermosas combinaciones de tecnología y artesanía. Pero requiere perseverancia.
En esto, el sector textil no está solo: muchas industrias luchan con lo mismo.
4. ¿Qué mensaje o reflexión tiene para nuestros lectores?
Se espera que los consumidores tomen “las decisiones correctas”, cuando es muy comprensible que compren en las rebajas o durante el Black Friday, ya que se ofrece a precios bajos y comprarlo no va contra las reglas. Creo que las propias empresas deben asumir más responsabilidad.
Que las organizaciones deban disponer de toda la información del producto es, afortunadamente, cada vez más crucial. Asegúrense de tener respuestas a preguntas como: ¿De dónde viene mi producto? ¿Qué materiales contiene? ¿Quién lo fabrica? ¿Cómo y por quién se utiliza? ¿Y qué puede pasar con él al final de su vida útil (se puede reutilizar o procesar en nueva ropa)? No solo por la obligación de informar de la CSRD y el pasaporte digital de producto que se avecinan, sino también porque los consumidores simplemente lo esperan.
Quien produce lejos —a menudo para externalizar la mano de obra, generalmente un gran coste, a países de bajos salarios— tiene automáticamente menos visión general y control. Creo firmemente en una economía más local. Cuanto más corta y manejable sea la cadena, más control se tiene. Y eso incluso puede ahorrar costes.
Siempre aconsejo a las empresas: “Haced menos, pero mejor”. O lo que es lo mismo: producir de forma más inteligente. Hoy en día existen los medios para ello. Los sistemas digitales permiten alinear estrechamente las existencias de material, la demanda y la producción, como en la producción on-demand.
O tomemos las máquinas de tejer whole-garment que pueden hacer una prenda de una sola vez. Eso ahorra mucho trabajo humano, otra forma de acortar la cadena y hacer más realista la producción local.
5. ¿Cómo ve el futuro del sector de la moda? ¿Ve el vaso medio lleno o medio vacío?
La moda es un tema increíblemente divertido: todo el mundo tiene algo que decir, porque es algo cercano a las personas. Eso hace que la sostenibilidad esté y permanezca en la agenda.
Al mismo tiempo, siento que algo debe cambiar realmente. En realidad, llevo treinta años esperando un gran giro. Muchas iniciativas, como las del ámbito de la circularidad, son valiosas, pero aún bastante pequeñas en relación con lo que se necesita: un cambio sistémico.
6. ¿Qué iniciativas ve, por ejemplo?
Tomemos los desarrollos en el ámbito del reciclaje: nuevos materiales semisintéticos hechos de textiles viejos, el reciclaje de lana existente y la creciente atención al reciclaje de algodón. Son pasos en la dirección correcta.
Pero también hay ejemplos menos buenos. Como el poliéster reciclado, por ejemplo, que inicialmente parecía positivo. Una etiqueta de ropa con “hecho de material reciclado” parece sostenible, pero el uso de botellas de refresco de plástico para ropa de poliéster no lo es. Pasaron años antes de que esto fuera ampliamente conocido.
Un ACV para textiles muestra que los materiales nuevos, biobased o reciclados no son automáticamente más sostenibles. El impacto ambiental depende de la aplicación específica. Para tratar los materiales de forma más inteligente, se necesita más investigación fundamental sobre qué materiales funcionan mejor en qué contexto, algo que todavía ocurre poco en este sector tradicional.
7. Además de la innovación, ¿cómo ve el papel de la colaboración?
Donde el sector de la moda tradicionalmente era reacio a compartir conocimientos o activos, las empresas y las instituciones educativas están ahora cada vez más dispuestas a colaborar. Eso es positivo e importante, porque la colaboración aporta mucho: estimula la innovación, hace que los procesos sean más eficientes y ayuda a hacer el sector más sostenible.
La colaboración con otras disciplinas también es cada vez más importante. Pensemos, por ejemplo, en matemáticos que pueden modelar nuevas técnicas y sistemas. Mirando más allá del propio campo de especialización surgen soluciones que hacen posible un verdadero cambio fundamental.
Fuentes:
- Entrevista a Natascha van der Velden el 19 de noviembre de 2025.
- Para este artículo se han utilizado herramientas de IA para la transcripción de la entrevista y como apoyo en la redacción.
Este artículo fue originalmente publicado en otro idioma dentro de la red internacional de FashionUnited y después traducido al español usando una herramienta de inteligencia artificial.
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