El 30 por ciento de las empresas mundiales de la moda no sobrevivirá a la crisis
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El 30 por ciento de las mayores empresas de moda del mundo, incluyendo marcas de renombre y grandes almacenes, no sobrevivirán a la crisis de la pandemia. Los hallazgos provienen del Informe sobre el Estado de la Moda (“State of Fashion Report”) actualizado de McKinsey, el cual dice que la capitalización promedio del mercado de las empresas de ropa, moda y lujo se redujo casi un 40 por ciento entre el comienzo de enero y el 24 de marzo de 2020.
El impacto del virus ha repercutido en toda la cadena de suministro de la industria de la moda, que ve fábricas cerradas en Bangladesh, India y Vietnam, las regiones geográficas predominantes donde se fabrican las prendas de las marcas más importantes. En Mongolia, toda la industria del cachemir se ha detenido, ya que los compradores de Occidente y China han cancelado sus pedidos. Las tiendas de los principales mercados minoristas, desde Londres a Hong Kong y Nueva York, han estado cerradas desde que la crisis fue declarada oficialmente como pandemia por la OMS.
A medida que los fabricantes de Bangladesh hacen frente a la pérdida de pagos por un valor de 3.000 millones de dólares por haber producido camisetas, zapatos y vestidos de diseño, el impacto en los derechos fundamentales de millones de sus trabajadores y en el sustento de sus familias se hace profundamente evidente.
Mantener prácticas responsables
La Asociación de Confeccionistas y Exportadores de Bangladesh (BGEA) dice que ha llegado el momento de que las empresas mundiales respeten y hagan honor a su compromiso con los derechos laborales, la responsabilidad social y las cadenas de suministro sostenibles, y sobre todo que cumplan las condiciones de los contratos de compra, que cumplan las obligaciones y que no renegocien el precio o las condiciones de pago. A medida que las marcas y las tiendas cancelan los pedidos, se deben mantener las prácticas de compra responsable para que toda la industria sobreviva y se recupere de la crisis.
Las repercusiones de carácter humanitario parecen inevitables, y durarán mucho más que la pandemia, a medida que se reduzcan las restricciones y la industria se adapte para encontrar su nueva normalidad. El desempleo y las dificultades financieras son la nueva realidad, ya que las empresas que se declaran en bancarrota y despiden a los trabajadores es algo cada vez más frecuente. Sólo aquellos en lugares privilegiados se beneficiarán de los planes de apoyo del gobierno.
No todo marcha bien
En el Reino Unido, Peacocks ha cancelado un pedido de 43.000 pares de pantalones vaqueros, negándose a pagar por lo que llama “una medida esencial, ya que, de lo contrario, estaríamos recibiendo la entrega de mercancías que simplemente no podríamos vender”. El lunes, Farfetch envió un correo electrónico a los clientes notificándoles su rebaja del 50 por ciento. Es probable que haya más noticias reactivas, ya que los minoristas y las empresas luchan por mantenerse en funcionamiento.
Como dice McKinsey, “la crisis está afectando la vida diaria, inculcando ansiedad e incertidumbre en las mentes de prácticamente todo el mundo. De hecho, el pesimismo de los consumidores sobre la economía está muy extendido, ya que el 75 por ciento de los compradores de Europa y los Estados Unidos creen que su situación financiera se verá afectada negativamente en los próximos dos meses”. Esta semana Japón entró oficialmente en recesión y las alarmas que indican que el desempleo en EE.UU. podría alcanzar el 25 por ciento de la población activa son desalentadoras. Se trata de una sobria advertencia de lo que está por venir.
Este artículo ha sido previamente publicado por FashionUnited.uk y traducido y editado por Belén Bednarski
Imagen: Made in Bangladesh a través del sitio web de Fairwear