Estefanía y Leire, fundadoras de Papiroga: “El Palacio de Hierro era uno de esos puntos de venta soñados”

Valencia - Han pasado ya doce años desde que Estefanía Oliveira, Leire Urzaiz y Daniel Coma-Cros se lanzaran a crear Papiroga, una firma de accesorios “con la suficiente personalidad como para transformar no sólo tu look, sino tu estado de ánimo”, como les gusta decir. Por aquel entonces, en el año 2011, sus diseños coloridos, de formas orgánicas, tamaños XL y ultraligeros —gracias a materiales como el plexiglás— no tardaron en destacar entre una oferta homogénea, donde reinaba la bisutería en metal y monocolor.

Su éxito nacional e internacional tampoco tardó en llegar. ¿Su secreto? Un producto diferenciador y de calidad, una potente red comercial online y, lo más importante, “una elevada tasa de fidelidad de nuestras clientas y un boca-oreja de compradoras satisfechas”, cuenta Estefanía de Oliveira, fundadora y Directora de Arte a FashionUnited.

Enseguida su taller de Madrid se les quedó pequeño y comenzaron a operar en el extranjero, en países como Copenhague, Tailandia, Singapur y Japón. Y este verano, México se unió a la lista, aunque no de cualquier manera. Papiroga se unía a la familia del gigante departamental El Palacio de Hierro con un contrato de exclusividad, una de las pocas marcas españolas en hacerlo. Hablamos en exclusiva con sus fundadoras para saber qué ha significado para ellas este gran paso.

Como a ellas les gusta, todo surgió de manera natural. “Fue a través de una amiga, un perfil especializado en moda que a raíz de amar la marca y conocerla desde dentro nos propuso ser nuestra agente distribuidora en México, donde vive actualmente”, narran Estefanía y Leire. Ella fue quien presentó personalmente la marca al equipo de El Palacio de Hierro, conocida por ser la primera tienda departamental del país. Y, afortunadamente, “la propuesta les gustó desde el primer momento”, añaden. Para sus tres socios, “era uno de esos puntos de venta soñados, por lo que no dudamos en comenzar a trabajar con ellos y abrir el mercado mexicano de su mano”, dicen orgullosos. Y a pesar de que no son la primera firma de accesorios que aterriza allí —en su portfolio se encuentran otras marcas nacionales como Unode50, Aristocrazy o Suárez—, para Papiroga sus creaciones encajan perfectamente con “la estética de la mujer mexicana: fuerte, segura, decidida y atrevida”.

“Hemos cerrado un acuerdo de exclusividad por volumen. Creemos que la mejor forma de comenzar un nuevo mercado es hacerlo con un partner potente, que confíe y cuide la marca. Nuestra intención es penetrar en el mercado con una entrada acorde a nuestros principios”.

“La clienta mexicana es muy Papiroga”

Con esta gran firma, ahora están presentes en los centros de Guadalajara, Polanco, Santa Fe y Querétaro con corners propios, así como en el e-commerce de Palacio de Hierro con distribución internacional. De esta manera, han cerrado un acuerdo de exclusividad por volumen, ya que según de Oliveira, “creemos que la mejor forma de comenzar un nuevo mercado es hacerlo con un partner potente, que confíe y cuide la marca. Es un primer paso y nuestra intención es penetrar en el mercado con una entrada acorde a nuestros principios”, recalca.

Y aunque acaban de abrir este nuevo camino, aseguran que le ven mucho potencial al país latinoamericano. En estos primeros meses de andadura, han confirmado que “la clienta mexicana es muy Papiroga. Segura de sí misma, sin miedo: apuesta por el color, el tamaño y, lo más importante para nosotras, entiende la marca y los valores”, afirman orgullosas.

“Entre los años 2015 y 2018, en una etapa increíble en la que nos sentíamos más japonesas que de ningún otro lugar. Nos enseñó muchísimo trabajar con un mercado tan sumamente exigente, tanto en calidad como en plazos. Esos aprendizajes nos ayudaron a crecer y al aplicarlos al resto de mercados obtuvimos un crecimiento mucho mayor”.

El mercado asiático sigue siendo un agente importante

Y aunque actualmente el grueso de su facturación es nacional —con un 30 por ciento internacional—, hubo una época en la que se sentían “más japonesas que de ningún otro lugar”. Durante los años 2015 y 2018, se vendían más pendientes en el gigante asiático que en su país natal. “Nos enseñó muchísimo trabajar con un mercado tan sumamente exigente, tanto en calidad como en plazos. Esos aprendizajes nos ayudaron a crecer y, al aplicarlos al resto de mercados, obtuvimos un crecimiento mucho mayor”, recuerdan. Aunque repasando sus más de diez años de andadura, siguen sosteniendo que su crecimiento siempre ha sido muy orgánico: lento pero estable. “Este año vamos creciendo un +18 por ciento con respecto al 2022 y esperamos situarnos en un +25 por ciento en 2024”, señalan ambas. Un año en el que han cambiado el flujo de colecciones, “lanzando propuestas más condensadas con una mayor frecuencia”. Una etapa en la que se han concentrado en lo que más les gusta: crear. Y que, para culminar, además se encuentran en un profundo proceso de rebranding y de diversificación con el lanzamiento de una línea de bolsos como nuevo producto.

“Lanzar bolsos ha sido nuestro mayor acierto, están funcionando genial y nos ha abierto un mercado con el que soñábamos desde hace tiempo: China”.

Para ellas, lanzar sus bowbags, “ha sido nuestro mayor acierto, están funcionando genial y nos ha abierto un mercado con el que soñábamos desde hace tiempo: China”, explican. De hecho, a día de hoy, la mayoría de sus pedidos de esta categoría —tanto online como en tiendas físicas— son de clientas chinas. “Pero más allá de este dato anecdótico, se trata de un producto sencillo, limpio, con mucha calidad y con un claro sello Papiroga. Tanto es así que esperamos en los próximos días sacar un nuevo diseño en el que llevamos casi un año trabajando y esperamos que guste tanto como el primero”, anuncian con alegría. Aunque, sin duda, su mayor hito es no haber dejado nunca de ser auténticas. Y al futuro solo le piden continuar haciendo lo mismo que llevan haciendo desde la creación de su marca: “seguir nuestro propio camino sin mirar nunca a los lados, no dejarse llevar por tendencias y creer siempre en lo que hacemos aunque sea a contracorriente”.