La industria de moda latinoamericana, cada vez más amenazada por el avance de Shein y Temu
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Buenos Aires - En los últimos años, plataformas de ultra fast fashion de origen chino como Shein y Temu han crecido de forma explosiva en Latinoamérica. Con modelos de negocio basados en envíos internacionales casi sin costo, ciclos de moda muy rápidos, gran variedad de productos y fuerte uso de marketing digital, han logrado capturar una cuota creciente de mercado, pero a costa de generar tensiones profundas en la industria textil local.
En países como Colombia, Argentina y Chile la expansión de estos gigantes de la moda rápida ha impactado en el sector de moda como nunca antes. Generando una importante reducción en la producción local, marcas cerrando sus puertas y miles de trabajadores con temor su empleo, mientras la ropa importada inunda el mercado con precios que los productores nacionales no pueden equiparar.
Datos y cifras en algunos países de la región
El caso argentino
Según datos dados a conocer por la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), en mayo de 2025: Entre el 20 y el 25 por ciento de la ropa que se comercializan en Argentina en el mercado formal es importada. “Entre enero y abril, ingresaron (2025) 63,6 millones de unidades por 211 millones de dólares. Su entrada creció en dólares un 74 por ciento interanual, mientras que en cantidades subió un 185 por ciento. Al mismo tiempo, la producción nacional bajó un 45 por ciento.
En cuanto al origen de la mercadería, según la CIAI el 55,5 por ciento fue confeccionado en China, que creció un 229 por ciento en volumen y 102 por ciento en dólares. A continuación, le siguen Vietnam con el 8 por ciento; Camboya con el 6,2 por ciento; Bangladesh con el 5,9 por ciento y Pakistán con el 3,5 por ciento.
A partir de estos registros, advirtieron: “Hubo un incremento sustantivo en los kilos de ropa importada en los últimos meses, con un crecimiento exponencial que denota una apertura indiscriminada que favorece la competitividad de los productos externos, pero no la competitividad de la industria nacional”.
Por su parte, desde la Fundación ProTejer, indican que el 67 por ciento de la ropa que se vende hoy en Argentina es importada. Además, el volumen de compras de indumentaria a través del canal online durante los primeros siete meses de 2025 alcanzó los 408 millones de dólares.
Para saber más: Argentina: Crecimiento exponencial de las importaciones de ropa desde China
La situación de la industria en Colombia
Según un artículo publicado por www.Colombiaone.com, en Colombia también se está reflejando el impacto de la tensión creciente entre la la moda barata y producida en masa, y la supervivencia de la industria nacional. “Para las familias colombianas que dependen de la economía textil, lo que está en juego es más alto que nunca”, señalan.
Según, cuentan en la publicación, en grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali el impacto del fast fashion chino se ha visibilizado en las calles, donde vendedores ambulantes y mercados digitales se han inundado de prendas ultra baratas, muchas enviadas directamente desde los almacenes de Shein y Temu en Asia. “Una blusa de moda puede costar tan poco como 5 dólares estadounidenses, mientras que un conjunto completo puede ser entregado por menos de lo que los fabricantes colombianos pagan solo para conseguir la tela”, explican.
Este modelo de negocios, impulsado por mano de obra de bajo costo y marketing online agresivo, viene conquistando, cada vez en mayor medida los mercados globales. “En Colombia, sin embargo, su impacto es particularmente severo. La industria textil del país se ha basado durante mucho tiempo en cadenas de producción domésticas, desde el cultivo del algodón hasta el ensamblaje de prendas. Estos procesos generan miles de empleos y sostienen comunidades enteras, especialmente en regiones como Antioquia, donde los textiles son parte de la identidad cultural. Ahora, ante competidores que evaden los costos tradicionales del comercio minorista y aprovechan economías de escala, las empresas locales luchan por permanecer competitivas”.
La situación ha puesto a la industria en jaque: Más de 406 mil empleos están asociados solo al rubro de confección de prendas dentro del sector textil; se advierte que podría subir el riesgo de pérdida de muchos de estos empleos si no se adoptan medidas estructurales.
Además, según indican, el Comité de Aduanas, Aranceles y Comercio Exterior ha levantado alertas sobre los desafíos estructurales que enfrenta la industria, más allá de la competencia internacional. El comité ha advertido que el acceso limitado a materias primas clave y suministros estratégicos agrava la crisis. Sin insumos más baratos y confiables, los costos de producción nacional se elevan, dejando a los fabricantes colombianos en una desventaja severa.
La veta cultural también es importante: Colombia se ha hecho un lugar en América Latina por el desarrollo de su sector textil y de moda; iniciativas de sostenibilidad e importantes Semanas internacionales de la moda. Pero con la dominancia de la moda rápida global en el mercado, estas industrias creativas locales enfrentan una cuesta difícil para mantenerse visibles y relevantes.
¿Qué pasa en Chile?
En los últimos años, Chile se consolidó como uno de los principales mercados latinoamericanos para la importación de indumentaria y calzado. Según la Cámara Nacional de Comercio, solo en el primer semestre de 2025 el volumen de importaciones del retail creció un 10,8 por ciento interanual, con un fuerte protagonismo del vestuario y el calzado. La tendencia se sostiene gracias a la baja de precios internacionales y al peso de los productos extranjeros en el mercado local, donde alrededor del 70 por ciento de las ventas de ropa y el 90 por ciento del calzado provienen del exterior.
Pero el auge de la moda importada convive con un serio problema ambiental. Chile es uno de los diez mayores importadores de ropa usada del mundo: en 2023 ingresaron al país más de 21 mil toneladas de prendas de segunda mano. Una parte se comercializa en buen estado, pero grandes volúmenes terminan desechados en Iquique o en vertederos del desierto de Atacama, donde se acumulan o son quemados a cielo abierto, generando graves impactos para las comunidades cercanas y el ecosistema.
• En los tres países, Temu y Shein están transformando los hábitos de consumo: muchas personas prefieren comprar directamente online desde plataformas extranjeras, motivadas por precios bajos, variedad y promociones frecuentes.
• Esta tendencia obliga a los gobiernos a ajustar regímenes fiscales. Tanto en Chile como en Colombia se están modificando leyes para gravar importaciones que antes gozaban de exenciones. Argentina también ve el efecto, pero con menor avance regulatorio en lo tributario específico de estas plataformas, al menos hasta el momento.
• El crecimiento de estos canales de venta plantea retos para la industria local: competencia de precios, velocidad de entrega, oferta variada, lo que puede presionar a los productores nacionales a mejorar costos, calidad o eficiencia logística para no perder mercado.