Explorando el modelaje entre bastidores ¿es la inclusión una preocupación real o puro marketing?
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“No le voy a poner mi ropa”, “no voy a quitarme los tacones, que estilizan mi cuerpo, solo porque hayáis tenido que contratar a una modelo bajita” o “¿Un 37? No tenemos tu talla”, son ejemplos de los comentarios discriminatorios con los que Lucía García, una modelo profesional con una estatura de 1,60 y más de 15k seguidores en Instagram, se ha encontrado a la hora de desarrollar la que es su profesión.
Aunque no se ajusta a los estrictos estándares convencionales de la industria de la moda, Lucía puede afirmar que forma parte del mundo del modelaje en España. Sin embargo, no muchas corren la misma suerte y ella misma comparte que no suele encontrarse con gente de su altura en los trabajos.
En FashionUnited, hablamos con ella acerca de su proyecto "Backstage", donde comparte experiencias con otras modelos para abordar la realidad del movimiento body positive dentro del modelaje en España.
Y es que, en la era contemporánea del marketing y la publicidad, la diversidad e inclusión no solo emergen como imperativos éticos, sino también como elementos estratégicos cruciales para las marcas que buscan conectar con los consumidores y su creciente preocupación por estos valores, pero ¿se trata de una preocupación real o son solo una estrategia?
Su experiencia en el mundo de la publicidad le abrió las puertas de la industria de la moda, especialmente en el ámbito de la fotografía y ocasionalmente en la pasarela. A pesar de haber desfilado en la Semana de la Moda de Madrid, sus pasos sobre las pasarelas —donde persisten la "tiranía" de la delgadez y la imposición de una estatura elevada, entre otras condiciones— han sido contados.
Desde su perspectiva, el discurso sobre la inclusión en la moda es, en realidad, engañosa y en la mayoría de las ocasiones incluir a personas de baja estatura, con tallas grandes, acné o de etnias no caucásicas es más bien una estrategia de marketing que un auténtico interés de los diseñadores o de la industria en sí por que ellas luzcan su ropa.
Solo lo hacen “porque quieren visibilidad o cualquier cosa, pero no porque les guste cómo les queda la ropa, porque se nota”, asegura Lucía.
“Se nota como a ti te miran diferente”
Aunque reconoce la existencia de una nueva ola de marcas emergentes que promueven valores de inclusividad, especialmente en el ámbito de la fotografía, donde la talla o estatura parecen tener menos relevancia, señala que en las pasarelas y para los comercios electrónicos, la preferencia sigue inclinándose hacia modelos altos.
Al contar sus propias experiencias, destaca que al desfilar o participar en sesiones de fotos para comercio electrónico, siempre ha trabajado con personas altas “y se nota como a ti te miran diferente”.
En una situación concreta, recuerda cómo a una compañera le preguntaron: "¿Te puedes quitar los tacones porque ella es más bajita y ni aún subiéndola (a una caja a la que dicen que la suelen subir) podemos hacer la foto?". La respuesta fue: "No me voy a quitar los tacones porque hayáis contratado a una modelo bajita".
“En una sesión con otras dos modelos, cada una teníamos un estilista, la que yo tenía asignada expresó su negativa a vestirme alegando que no era modelo debido a mis medidas y altura”
Es esta ocasión, se aclaró que la función de la estilista era vestirla, ya que ella siempre proporcionó sus medidas reales y así se decidió. Sin embargo, a pesar de esto, la estilista se negó a vestirla. La emparejaron con otra chica y fue la estilista de esta quien se encargó de vestirla.
En otra ocasión, otra estilista, que tenía las medidas desde que fue contratada, le preguntó: "¿Qué número calzas? Porque eres muy pequeña". La respuesta fue que usaba un 37 o 38, a lo que la estilista replicó que solo tenía zapatos de la talla 41 o 42, ya que eso es "lo que calzan las modelos".
A pesar de estar segura de sí misma y de su capacidad para obtener buenos resultados, ha normalizado sentirse insegura debido a que situaciones como estas son comunes en la industria del modelaje.
Aunque hay agencias aparentemente más inclusivas, estas precisamente venden eso, la diversidad, los rasgos diferentes, pero conoce por la experiencia de otros compañeros, que no se mueve tanto trabajo.
Lucía trabaja en agencias de modelos que exigen una estatura mínima de 1,72 metros. Aunque resulta inusual, la han aceptado porque han observado su desempeño y dedicación. Esto también se aplica a las modelos curvies, que deben pelear para demostrar su éxito y ser incluida en los catálogos.
En un caso aún más drástico, se reveló que refugiadas de Kenia estaban siendo reclutadas por las agencias. Estas mujeres llegan a Europa, desfilan durante tres o cuatro semanas y, en el caso de un debut no exitoso, son enviadas de vuelta a casa.
Una dinámica que revela las complejidades y exigencias dentro de la industria de la moda, donde el reconocimiento y la permanencia son desafíos constantes para diferentes tipos de modelos.
A pesar de todo, se siente afortunada de trabajar en España, ya que percibe un mayor grado de inclusividad en comparación con ciudades como París o Milán. Cuenta que conoce a compañeras que pasaron de trabajar en el extranjero a venir a España “literalmente, por gordas”.
Una industria que requiere transformaciones significativas
Para su proyecto Backstage, Lucía García habló con varias chicas que se dedican al modelaje. Algunas de las conclusiones extraídas fueron las siguientes.
En esta industria persisten desafíos que revelan la necesidad urgente de transformaciones significativas. La diversidad de tallas es un punto crítico, ya que modelos con tallas comunes, como la 38 o 40 y una estatura moderada, se encuentran en un "limbo" al no ajustarse a los estándares extremos.
Aunque la representación étnica ha aumentado, muchas modelos aún enfrentan discriminación por tono de piel y tipo de pelo, limitando sus oportunidades.
La presión constante para mantener estándares de belleza poco realistas genera trastornos psicológicos en las modelos, mientras que el "ageismo" contribuye a la discriminación basada en la edad, limitando carreras a una ventana estrecha de 18 a 30 años. Además, la expectativa irreal de una tez perfecta impide oportunidades para modelos con imperfecciones esporádicas, a las que llegan a hacer asumir económicamente la “carga de trabajo extra” que eso supone a los retocadores.
Estos desafíos resaltan la necesidad de un cambio profundo en la industria de la moda, hacia una mayor inclusión, aceptación de la diversidad y promoción de estándares de belleza realistas. Superar estas barreras es esencial para crear un entorno más equitativo y saludable, donde todas las personas, independientemente de su talla, edad o características físicas, puedan participar y prosperar en la industria del modelaje.
¿Cuál sería la definición de inclusión o diversidad real?
Al igual que en un equipo de baloncesto donde la altura confiere una ventaja estratégica, pero no es el único factor determinante para tener éxito. En la industria del modelaje, la autenticidad y la genuinidad se alcanzan a través de la diversidad de apariencias y talentos.
La verdadera inclusión implica moldear un casting de modelos que, en lugar de adherirse a los tradicionales estándares restrictivos, destaque por la variedad de sus características, convirtiendo así la inclusión en un elemento fundamental para construir una industria del modelaje más enriquecedora y representativa.