2019: ¿El año de las marcas blancas en moda?
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Una nueva tendencia parece soplar con fuerza desde la otra orilla del océano Atlántico. Fundada en California por el joven Jeremy Chai, Italic es una página de acceso restringido para socios donde encontrar piezas exclusivas de moda y complementos. Hasta aquí parece que no haya nada novedoso, y Italic podría pasar por una página más de venta online del estilo de Zalando, Vente-privee o la prestigiosa Net-a-porter. Salvo que en Italic no encontraremos maxi-logos, estampados con los emblemas de las casas de moda, ni ningún otro rastro distintivo de diseñadores y firmas. Nada, excepto su altísima calidad.
Piezas fabricadas por los proveedores de Lanvin, Burberry, Prada o Celine.
Aprovechando el hecho de que la mayoría de las grandes marcas de moda ya no se encargan de fabricar y montar sus productos, sino que cuentan con una serie de distribuidores para tal fin, en Italic no encontraremos marcas, pero sí la alta calidad de sus diseños. Estando todos los productos de Italic realizados por distribuidores y fabricantes vinculados a las compañías más prestigiosas y reconocidas.
“Los productos de lujo no son tan caros de hacer; son caros de vender”, afirman desde Italic. “Comprar a través de Italic significa poder disfrutar de la misma calidad de materiales y mano de obra, pero sin la marca”.
Todos los productos son exclusivos, y a menudo incluso producidos en codiciadas ediciones limitadas. Con una lista de espera que según el periódico británico TheGuardian alcanza ya las 100.000 personas, y un precio de 10 euros al mes por ser socio, en Italic se enorgullecen de su lista de proveedores. “Hacemos una amplia selección y verificamos las credenciales de las fábricas: por cada una de las que incorporamos, hemos visto alrededor de 25 más. Venden diseños originales a través de nosotros. No son versiones de los artículos que están haciendo para las marcas”, afirman desde la compañía, que actualmente opera únicamente dentro de los Estados Unidos, pero que ya piensa en extenderse a otros países.
Entre las empresas que ya colaboran con Italic encontramos algunas vinculadas a Miu Miu, Christian Louboutin, Cartir, Givenchy o Burberry. Ropa de cama confeccionada por el mismo proveedor que el de los hoteles Ritz-Carlton y Four Seasons, bolsos hechos por el mismo fabricante que los de Prada y Celine, cosméticos con los mismos ingredientes que los de La Mer y La prairie, o zapatos hechos en las mismas fábricas que los de Lanvin.
Una sistema similar al de las marcas blancas.
La estrategia emprendida por Italic recuerda a la que experimentaron las grandes marcas de alimentación en España durante los años más duros de la reciente crisis económica. Momento en el que las conocidas como “marcas blancas” se adueñaron de las estanterías de los supermercados españoles, al mismo ritmo que desplazaban los logotipos y nombres de las marcas más tradicionales.
Entonces había casos en los que se jugaba al despiste, imitando los envases y las etiquetas de las firmas más reconocidas. Pero en muchos casos, leyendo detenidamente el etiquetado, podía descubrirse fácilmente que un producto de marca blanca estaba fabricado o provenía del mismo fabricante al que parecía hacer la competencia. Ofreciendo un mismo producto de alta calidad, pero a un precio inferior por el simple hecho de renunciar al nombre de su marca y logotipo.
¿Un cambio de hábitos en los consumidores de moda “premium”?
Con la llegada de Italic cabría comenzar a preguntarse si estamos ante un nuevo modelo de carácter anecdótico que no acarreará mayores consecuencias, o ante el primer síntoma de un cambio radical entre los hábitos de consumo de los clientes de moda “premium”.
Hasta ahora las grandes firmas de moda han recurrido al uso de sus logotipos y emblemas para significar e identificar sus productos con los más altos parámetros de calidad. Parámetros que se han puesto en entredicho en más de una ocasión, con firmas bajo sospecha de buscar un mayor beneficio a costa de disminuir la calidad de sus productos, y de trasladar su fabricación a países con mano de obra más barata y no especializada.
¿Podrían estar los clientes cansados de que las firmas pongan los beneficios y el volumen de producción por encima de la calidad y de los comportamientos éticos de su fabricación?¿Se ha interiorizado el mensaje de que gran parte del precio de las piezas de las grandes firmas no corresponde al valor real del producto, sino al nombre de la marca?¿Estamos asistiendo a la muerte del “logo”? Solo el tiempo nos dirá si las firmas de moda sabrán continuar dandole valor a su imagen, o si los consumidores apostarán por un ejercicio de autodefinición en el que prime la calidad del producto frente al sello distintivo de una determinada marca. Rechazando pagar nada más que el precio real del producto, y abriéndoles las puertas de la moda a muchas empresas distribuidoras que podrán tomar un papel mucho más activo en la venta directa de los productos que fabrican.
Photo Credits: Cortesía de Italic.