Balenciaga y el (no) paso del tiempo

Madrid – La Alta Costura se mueve al compás de unos tiempos que, por naturaleza, se contraponen frente a los frenéticos ritmos que han terminado por dominar dentro del mundo de la moda contemporánea. Unas aceleradas maneras de consumir y de producir moda, completamente antagónicas a la producción artesanal y atemporal que se defiende y reivindica desde la que se sigue destacando como la mayor y más elevada manifestación del diseño de moda, en una catalogación que volvió a reivindicar como propias la casa Balenciaga, con la presentación de su última colección de Alta Costura.

Presentándose desde los icónicos salones de la casa parisina ubicados en el número 10 de la Avenida George V de París, y destacándose, una vez más, como una de las citas ineludibles dentro del programa oficial de la Semana de la Alta Costura de París, la casa Balenciaga presentaba este miércoles 5 de julio su 52ª colección de Alta Costura, desde que la casa fuese fundada por el gran maestro español Cristóbal Balenciaga, en torno al año 1919, en San Sebastián. Una colección que ha llegado firmada nuevamente por Demna, diseñador de moda georgiano antes conocido como Demna Gvasalia y director creativo de la casa desde el año 2015, y que ha terminado por ver así pues la luz en el marco de una Semana de la Alta Costura reservada para las colecciones de la próxima temporada Otoño/Invierno de 2023/2024. Una catalogación de la que no obstante termina por distanciarse la casa, siendo esta la única colección de Alta Costura que Balenciaga llega a producir en todo el año, desde que decidiera volver a este, su ámbito natural, con la presentación en julio de 2021 de su 50ª colección de Alta Costura, con la que la casa terminaba regresando a este ámbito de la moda, 53 años después de que Cristóbal Balenciaga decidiese cerrar las puertas de la casa y de todos sus talleres de costura.

El que sea esta la única colección de Alta Costura que la casa francesa alcanza a producir de manera anual, ya adelanta el valor eminentemente atemporal por el que se viene destacando esta línea concreta de su producción de moda, frente a la naturaleza más “atada” a la actualidad que terminan por recoger sus propuestas de prêt-à-porter. Unas colecciones hacia las que la línea de Alta Costura de Balenciaga sigue guardando un escrupuloso respecto, y desde la que incluso no se duda a la hora de practicar guiños y de establecer referencias hacia su carácter eminentemente urbano y “casual”, eso sí, siempre sobre la base de la excelencia atemporal que, tanto ayer como hoy, sigue acompañando al nombre de Balenciaga. Casa que toma por nombre al de su fundador, y figura esta a la que nuevamente Demna ha seguido rindiendo honores y tributo, desde esta última colección de Alta Costura.

Con un diseño original de 1966

Alejándose de toda muestra de los controvertidos, y totalmente gratuitos y desafortunados, escándalos que han llegado a acompañar al nombre de la casa en estos últimos meses, en lo que nada más que ha servido para enturbiar, aunque solamente por unos instantes, su nueva revitalización hasta máximo exponente y quinta esencia del nuevo lujo y de la Alta Costura, esta colección se ha terminado desnudando como un nuevo y magistral ejercicio de revisitación del legado de Balenciaga. Maestro cuya atemporalidad de su obra sigue alimentando a la casa Balenciaga de hoy y a la producción que, con él al frente, está sacando adelante Demna, en un virtuosismo que volvió a evidenciarse de manera singular desde esta propuesta. Una colección cuyo desfile de presentación se encargó de abrir ni más ni menos que la célebre modelo parisina, de ascendencia checa, Danielle Slavik, maniquí de la casa Balenciaga desde 1964 a 1968, y a quien Demna se empecinaba en recuperar para la presentación de su segunda colección de Alta Costura para Balenciaga, presentada el pasado julio de 2022.

Recuperando de este modo nuevamente el papel que ejerciera para la casa trabajando bajo la dirección del mismo Cristóbal Balenciaga, Slavik terminaba por mostrarse como una de las figuras más principales de esta presentación, ya no solamente por la historia que le sigue atando a la casa francesa, sino por la de la misma pieza que se ha encargado de lucir dentro del desfile. Un vestido en manga francesa confeccionado en terciopelo negro y con escote barco con detalles florales sobre los hombros, y diseño que es una réplica exacta del modelo que Cristóbal Balenciaga crease para su colección de Alta Costura para la temporada de invierno de 1966, que Salvik se encargó de lucir frente a las clientas de la casa, y que finalmente fue adquirido por Grace Kelly. Por entonces ya princesa de Mónaco y quién terminó por lucir la creación del maestro de Getaria durante la fiesta de celebración por su 40 aniversario.

Un diseño así pues este con una larga historia dentro del histórico de la casa de modas francesa, del que Demna pasaba a otorgarle una réplica exacta a Slavik, sabedor del amor que la modelo profesaba hacia este diseño en particular, en agradecimiento por acceder a participar en el desfile de su anterior colección de Alta Costura. Siendo esta igualmente una pieza que ahora el Georgiano no ha dudado en recuperar, para pasar a incorporarla dentro del catálogo de esta su tercera colección de Alta Costura para la casa. Siendo su presencia, la de Slavik y la de este vestido, en el desfile, una presencia que vienen de este modo a enfatizar ese valor atemporal que es capaz de seguir sosteniendo a la figura de Balenciaga —y a sus creaciones— al margen de los vaivenes del tiempo y del dictado de las tendencias de la moda rápida que prevalece hoy, como bien se demuestra al descubrir lo perfectamente en armonía que se sitúa este diseño con el resto de la nueva producción obra por Demna para esta colección de Alta Costura. Siendo además un diseño, que no hay que olvidar y que por ello lo enfatizamos, que no es fruto de una reinterpretación, sino una réplica exacta del diseño original de 1966.

Trampantojos, armaduras y piezas “congeladas” en el tiempo

Más allá de esa singular pieza de excepción, el conjunto de la colección ha terminado por mostrarse como una nueva suma de piezas “imposibles”, con las que Demna parecía venir a sostener esa idea de que todo lo inimaginable puede terminar haciéndose realidad, al abrigo de la Alta Costura. Unas impresiones que terminaban por tomar cuerpo, ya no solamente en las magistrales reinterpretaciones realizadas por el diseñador georgiano de piezas extraídas de los mismos archivos de la casa, sino especialmente desde el impecable juego de trampantojos que han reinado sobre esta colección, difundiendo el mensaje de que nada puede ser lo que parece a simple vista, y el que por ello es misión de cada cual el tratar de discernir entre realidad y ficción. Una interpretación moralizante de la producción de Demna que podría a bien estar relacionada con ese polémico capítulo vivido durante esta pasada campaña de Navidad, y que se defendería desde la pasarela con esta colección mediante la presencia de esos botones pintados de apreciación hiperrealista pintados sobre una “falsa” chaqueta vaquera, o desde esos conjuntos en tweed y esos abrigos de pieles, cuyas texturas no son más que “impresiones” sobre el tejido de canvas que se encarga de sostener los diseños.

Sobre estas líneas más particulares, la colección se descubre construida sobre una contenida paleta cromática, en la que vuelve a prevalecer el “negro Balenciaga” como hilo conductor de toda una propuesta que, sirviendo de algún modo de creación que germina desde esa pieza histórica de 1966 que se encargó de lucir Slavik, contiene contra puntos en blanco junto a ácidas notas de color, en unos azules klein, rojo fresa y rosas fucsia, con presencia igualmente de acabados metálicos en oro y plata. Un muy cuidado espectro cromático que se termina por ver complementado con la riqueza de texturas presente en esta colección, y con unos estampados “animal print” en acabado en efecto serpiente y piel de leopardo que, junto a las cotas de malla y las “armaduras” que se encargaron de cerrar el desfile de presentación, son las que le terminan por dotar de su aire más “aguerrido” y fiero. Unas estéticas más agresivas y combativas, vinculadas a la apreciación que el mismo Demna reivindica de la moda como baluarte y fortaleza desde la que ha podido defender su identidad, que contrastan frente a la romántica sutileza de los vestidos fruncidos y recubiertos de encaje, de cintas y de plumas que igualmente se descubrieron como parte de esta colección.

Como elementos igualmente distintivos de esta propuesta, como parte de esta misma colección de Alta Costura, no han dejado de pasarse por alto las ondulantes construcciones que, a partir de una amplia multitud de abrigos y bufandas congeladas en el tiempo, vuelven a poner atención sobre esa atemporalidad en la que se encuentra arraigada la casa Balenciaga. Atemporalidad venida de las maneras de entender y de seguir tratando de dar lugar a nuevas creaciones, a través de las enseñanzas y del análisis y del estudio de la obra de Cristóbal Balenciaga, que igualmente observamos sobre el conjunto de piezas de sastrería que conforman el grueso de esta colección de Alta Costura. Una propuesta en la que encontramos tanto conjuntos como trajes de corte sastre tanto para hombre como para mujer, con la que de este modo la casa termina por abrirse plenamente a la producción de una Alta Costura que también se han decidido por hacer accesible para el público masculino, desde una colección de marcado carácter genderless, donde resultan especialmente exquisitos esos vestidos y conjuntos de pantalón/falda y chaqueta, dominados por un singular escote que parece ser fruto de la suma practicada entre la revisitación del escote barco de ese vestido icónico de 1966 que abría el desfile, con el del tradicional corte con solapas del traje masculino. Cruce y suma de influencias que precisamente sirven para subrayar ese valor genderless que prevalece sobre el conjunto de esta 52ª colección de Alta Costura de Balenciaga.