Chanel: mi reino por un botón

Madrid – Presentada en el marco de las celebraciones por esta actual y primera edición del año de la Semana de la Alta Costura de París, certamen que está teniendo lugar desde la capital francesa desde este pasado lunes, 22 de enero, y hasta el próximo jueves día 25, como una de las citas ineludibles de su calendario oficial, este martes la casa Chanel presentaba su nueva colección de Alta Costura, para la temporada Primavera/Verano de 2024. Una propuesta diseñada nuevamente por la diseñadora francesa Virginie Viard, directora creativa de Chanel desde el fallecimiento de Karl Lagerfeld en febrero de 2019, que se descubre como un alegato reivindicativo de la propia historia y del legado de la célebre “maison” parisina.

Entrando a analizarla ahora, en detalle, la colección terminaba viendo la luz como uno de los platos principales de la segunda jornada de desfiles oficiales de esta edición de la Semana de la Alta Costura de París. Jornada que justamente Chanel se encargaba de inaugurar, tomando así el testigo de las casas de moda que lo habían alcanzado a hacer en el día previo, y entre las que se encontraban casas de la talla de las francesas Schiaparelli y Dior o de la española Juana Martín. Un papel que la “maison” pasaba a ocupar, antes de por su lado terminar de cederle la voz a las firmas de moda Alexis Mabille, Stéphane Rolland, Julien Fournié, RVDK Ronald van der Kemp y Armani, cuyos desfiles terminaron de poner el color al conjunto de toda la jornada. Un día durante el que desde Chanel trataron de poner en justo valor tanto su legado dentro de la historia de la moda, como su papel a nivel cultural y artístico, “alimentado” desde sus estrechos vínculos con las distintas esferas y disciplinas del mundo de las artes, y en particular con la del ballet. Elementos todos ellos que, bajo la dirección creativa de Viard, la casa francesa entró a combinar, para terminar de armar una primoroso propuesta desde la que, en sus líneas más generales, salen a adelantar la consagración de la tendencia “balletcore” como gusto preferente llamado a dominar nuestros armarios, ya a partir de esta próxima temporada de Primavera/Verano SS24. Una inclinación por el gusto hacia las mallas y los tules, que igualmente amaga con contagiarse, ya no solamente hacia las próximas y sucesivas temporadas, sino igualmente hacia el armario masculino, tal y como ya descubríamos desde la colección masculina de Dior para la temporada Otoño/Invierno FW24, presentada, en honor a Rudolf Nuréyev, hace escasamente una semana, también desde París.

Parafraseando, aunque con dispar significado, la célebre frase de “mi reino por un caballo”, atribuida por William Shakespeare al rey inglés Ricardo III, partiendo y teniendo en cuenta todo lo anterior, la colección diseñada por Viard bien podría terminar resumida en torno a la paráfrasis “mi reino por un botón”. Expresión desde la que pretendemos hacer hincapié en cómo fue el botón, como reconocen desde la misma casa de modas francesa, la herramienta de la que se sirvió Gabrielle Chanel para lograr “liberar" el armario de la mujer y conducirlo desde las encorsetadas construcciones de comienzos de siglo, hasta las formas fluidas y libres con las que conseguiría pasar a ocupar un lugar propio dentro de la historia de la moda. Una revolución en favor de la libertad en el vestir que, como referencia más arquetípica, se terminaría de ver especialmente ejemplificada desde los distintos diseños de vestuario con los que Chanel colaboraría en distintas producciones de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev, junto a artistas de la talla de Picasso o Léon Bakst. Unas piezas de vestuario que de este modo se erigen en la más clara referencia a esa libertad por la que Chanel abogaba para la mujer, libertad que fue como apuntamos la que condujo a la modista, y a su casa de modas, a lo más alto de la escena de la moda internacional, disrumpiendo sobre los hasta entonces imperantes patrones decimonónicos; y libertad, sinónimo de modernidad, que queda concentrada en torno a la simbólica idea de un botón que, a la postre, termina por erigirse en la clave del reino de la moda de la casa Chanel.

“Chanel saca a relucir en mí emociones que utilizo como inspiración, colección tras colección”, estando entre “mi misión”, como directora creativa, el saber “encontrar nuevas formas de contar sus más hermosas historias”, explica la misma Virginie Viard desde la nota explicativa de esta última colección de Alta Costura de la casa de modas francesa. Misiva de la que se sirve desde la célebre “maison” para señalar el que, “reconocible al instante como un código de Chanel, el botón facilita la apertura y el cierre de una prenda”. Sobre su significado para la firma, añaden, fue “gracias a los botones”, el que “las mujeres podía deshacerse de todo lo que las impedía moverse libremente”, motivo por el cual “Gabrielle Chanel trataba los botones con el mayor respeto”, como “una joya”, que añadía “un toque de audacia y de brillo al ‘allure’ único del que fue a la vez teórica y artesana”.

Desde esta simbología del botón dentro de la historia de la misma casa de modas francesa, para lo que atañe al conjunto de esta colección, este “símbolo de emancipación”, añaden desde la firma, Viard lo lleva “al mundo del ballet y de la danza”. Un universo en el que “la moda, la música, el teatro y la pintura se unen como una única poesía material física” y desde el que, !agraciados por el gracia y lo fantástico, los artistas consiguen escapar, brevemente, de las leyes de la naturaleza”. Artistas entre los que se encuentran “los grandes nombres de la danza”, de quienes, sin entrar a concretar nombre u apellidos, la casa, de manos de su directora creativa, termina tomando prestados “su extraordinario estilo y la reafirmación de sus cuerpos”, a través de la disciplina del ballet, para terminar de dar forma al carácter de esta colección de Alta Costura.

“Pienso a menudo en la danza, que es un tema importante en Chanel”, apunta al respecto Viard, como demuestra el que “la Casa esté cerca de sus instituciones” más representativas, “de sus coreógrafos y bailarines”, para quienes “creamos piezas de vestuario de ballet”. Disciplina que ha servido de motivo de inspiración y de germen, partiendo desde esa simbología del botón, para esta colección, desde la que, añade la diseñadora de modas francesa, “he intentado aunar el poder y la delicadeza de los cuerpos” de los bailarines, para la hora de modelar las prendas y conformar “una colección muy etérea, compuesta a base de tules, volantes, encajes y plisados”. Propuesta desde la que no solamente responde ante una inclinación genuina de la casa, sino también propia, dado que, apostilla Viard, “para mí, la danza evoca todas esas historias y emociones que tengo muy cerca del corazón y que me encanta transmitir y contar”.

Entre mallas, bodis y cazadoras de tul

Pasando a zambullirnos ya de pleno entre las telas, hechuras y patrones de esta colección de Alta Costura, desde una escenografía diseñada por Dave Free, Kendrick Lamar y Mike Carson —dominada por un descomunal botón-joya marcado con el anagrama de la doble “C” entrelazada de Chanel—, se terminó por dar paso a un desfile de presentación que se encargó de abrir la consumada actriz y bailarina estadounidense, y embajadora de la casa, Margaret Qualley. Responsable de dar paso a una colección que se descubría construida sobre una particularmente “chic” paleta cromática, dominada por el binomio blanco y negro, junto a acentos en rosa pastel, verde agua, lavandas, grises y rojos, todos ellos en expresiones singularmente apagadas y empolvadas.

Valiéndose de esta paleta cromática, y adelantando la versión más afrancesa y distinguida de esa tendencia “balletcore” hacia la que ya hacíamos referencia, Viard ha terminado por dar forma, desde esta colección de Alta Costura, a una propuesta de marcada estética femenina, pero construida sin rechazar la estética y las prendas características de los bailarines masculinos de ballet. Arquetipos que la diseñadora francesa ha tratado de recontextualizar en el contexto de esta propuesta, en la que encontraremos, como piezas clave, vaporosas faldas de tul, largas y cortas; toda clase de tupidas mallas y cuerpos de silueta tipo “bodi”; distintos modelos de faldas rectas, hasta inclusive en transparencia siguiendo la tendencia “no pants”; toda clase distinta de conjuntos confeccionados en tweed, de entre los que se destacan los combinados con chaquetitas diseñadas a modo de capa; así como a toda otra amplia casa de abrigos y chaquetas. Tipologías de piezas clave que se terminan de completar con distintos modelos de mono, de cazadoras y de hasta chaquetas tipo bomber, con los que Viard entra a “modernizar” y hacer más contemporáneo el lenguaje para la Alta Costura de Chanel, en un proceso para el que no obstante se mantienen y no se rechaza todo su genuino y característico “savoir-faire”. Un conocimiento y un gusto por lo artesanal, atesorado a lo largo de todos estos últimos más de 110 años de vida que ya han transcurrido desde la fundación de la casa de modas, que encontraremos aquí justamente y bien representado de la mano de una infinidad de lazos, volantes de tul, cinturones de encaje y bordados de lentejuelas, motivos florales y pedrería.

“En un año marcado por la vitalidad de los vínculos que unen a Chanel y la danza”, en el que se cumple “un siglo de los primeros diseños para ballet de Gabrielle Chanel, la colección dominada por las acuareladas tonalidades rosas y blancas”, mientras que “sus toques de vivo color beben de los Ballets Rusos de Léon Bakst y Sergei Diaghilev”. Referencias desde las que se ha entrado a dar pie a una colección, de entre la cual sobresalen, enfatizan desde Chanel, desde las “chaquetas de tul”, a las “sudaderas”, con las que la directora creativa “inyecta referencias de la cultura contemporánea” al leguaje de Chanel como histórica casa de modas de Alta Costura, con además los “tacones”, en lugar de las bailarinas que le serían más propias, como nota contemporánea desde la que terminar de aportar, apostillan, una dosis extra de “allure” a la propuesta.