El renacer de Margiela. El retorno de Galliano

Madrid – Convertido en el desfile que más se ha viralizado de esta última edición de la Semana de la Alta Costura de París, hacemos un alto en nuestro camino entre las últimas novedades del sector para detenernos, un segundo más, en sus celebraciones, con el claro propósito de analizar, en detalle, la última colección de Alta Costura presentada por la casa Margiela. Una propuesta con la que la firma se encargaba justamente de poner el broche de oro a esta última edición de la pasarela parisina más exquisita y propensa a los excesos y a las veleidades de cuantas alcanzan a tener lugar desde la capital francesa, de la mano de una colección con la que la casa regresaba a un calendario oficial del que no habían vuelto a formar parte desde su pasada edición de julio de 2022.

Destacándose de este modo ya de antemano dentro del calendario oficial de esta nueva edición de la Semana de la Alta Costura de París, a razón de protagonizar ese regreso de la casa al programa oficial de la pasarela, no siempre la expectación generada logra terminar por situarse a la altura de lo que finalmente las firmas y casas de moda son finalmente capaces de ofrecer a público y crítica. Principales agentes que actúan de censores dentro del mundo de la moda, y que en esta ocasión no han dudado en aclamar al unísono la excepcional colección presentada por John Galliano. Creativo que se mantiene como director creativo de la casa Margiela desde el mes de octubre de 2014, tras su sonadísima salida acontecida hacia finales de 2011 de la dirección creativa de Dior. Casa de modas en la que se había mantenido desde 1996 y hasta entonces, por un total de 15 años, como principal responsable de su departamento creativo, reinando de manera indiscutible sobre la escena de la moda internacional, y en espacial de una Alta Costura para la que no cesaba de construir realidades y atmósferas imposibles, dominadas por el barroquismo y el gusto por los excesos. Excesos que justamente, y ya desde el ámbito personal, serían los que finalmente terminarían abriéndole el camino de salida de Dior, en lo que marcaba el inicio de un difícil y complejo periodo de redención personal, sobre el que comenzaba a arrojar algo de luz con la restitución de su valía como creativo tras su nombramiento como director creativo de la casa Margiela en 2014. Unos años durante los que ha venido manteniéndose en un segundo plano, librando batallas, colección tras colección, que si bien han venido caracterizándose por la brillantez que siempre guió la mano del modista, no habían logrado, al menos hasta ahora, ni devolverlo a su posición como emperador de la moda, ni situar nuevamente a Margiela en el centro de todas las miradas de los profesionales de la industria, y, lo que es aún más importante, de amantes de la moda. Cuestiones ambas sobre las que parece haberse decidido a marcar un decidido punto de inflexión esta última colección de Alta Costura diseñada por Galliano para Margiela, para la próxima temporada Primavera/Verano de 2024.

Modelada bajo el epígrafe de “Artisanal Collection 2024”, título con el que ya es tradición que la firma termine nombrando a sus distintas colecciones de Alta Costura, esta no ha supuesto, ni mucho menos, la primera colección con la que Galliano ha vuelto a regresar a la Alta Costura de París. Un universo, dentro del universo de la moda, al que, tras su salida de Dior, volvía oficialmente en enero de 2017, para acometer la presentación de la colección de Alta Costura de Margiela para la temporada Primavera/Verano de 2017. Una propuesta la de entonces de un comedido colorido que se sitúa en línea con la presentada ahora en París, desde la que el modista gibraltareño nos plantea un estimulante viaje a los orígenes y a la esencia misma de la costura. Una práctica de la que siempre ha sabido descubrirse como uno de sus más magníficos representantes, y para la que ahora, y en el contexto de esta colección, no ha dudado en plantear un amplísimo abanico compuesta por todas y cada una de las distintas innovaciones que, como base de su metodología de trabajo, ha venido desarrollando a lo largo de su más que extensa y consolidada trayectoria profesional. Innovaciones en materia de tejidos, procesos y acabados, que no ha dudado en hacer evolucionar para elevarlas hasta nuevos niveles de excelencia, y con las que ha terminado de dar forma a esta deslumbrante propuesta de aires apagados, barrocos y desazonados.

Como leitmotiv de la colección, detallan desde la misma dirección de la casa de modas, se encuentra el “ritual del vestir”, revisitado por Galliano en forma de una colección de Alta Costura desde la que se “pinta un cuadro de las prácticas y los actos que moldean el carácter que se termina reflejando en nuestras ropas”. Una composición formal compuesta de este modo por las propias prendas, y por el propio “yo” de cada individuo, que juntos, y puestos a dialogar, son los que terminan por construir la imagen expresiva del interior de cada uno, que termina viéndose reflejada desde nuestra indumentaria. Un punto de partida desde el que no obstante, y al contrario de lo que pudiera suponer de antemano, Galliano termina por dar forma a una propuesta que busca justamente resaltar, no las prendas, sino las vulnerabilidades que encerramos en nuestro “yo” más interior, enfatizándolas desde los pliegues, patrones y costuras de las que se vale para modelar las distintas piezas de la colección. Unas piezas brillante y magníficamente construidas, pero desde una costura que de este modo lo que busca es “desnudar” la verdad más íntima y psicológica de cada individuo, y en especial sus identidades más frágiles y vulnerables. Finalidad para la que el modista gibraltareño se sirve de manera singular de dos referencias estéticas: la obra artística del fotógrafo húngaro Gyula Halász, más conocido por el sobrenombre de Brassaï, y la del pintor fauvista neerlandés Cornelis Théodorus Marie van Dongen, más conocido por su pseudónimo de Kees van Dongen.

Entre muñecas y musas

Sirviéndose de este modo de sus respectivos trabajos artísticos como más inmediatas referencias, y reinterpretándolos ambos bajo su brillantez para la hora de trabajar las telas, es como Galliano ha terminado de dar forma a una colección en la que esculpe el cuerpo de la mujer y lo devuelve en forma del de una suerte de neomuñecas victorianas. Unas figuras que surgen de combinar los muñecos anatómicos empleados por los artistas plásticos para la hora de abordar su trabajo, con la de la imagen arquetípica de la mujer como “musa” de esos mismos artistas, dando de este modo pie a la concepción de estas “muñecas-musas” que terminaron de desfilar bajo el Puente de Alejandro III de París, luciendo las creaciones de esta última colección de Galliano para Margiela. Un desfile que tenía lugar bajo la noche parisina iluminada por la luz de la primera luna llena del año, terminando de conformar así toda la suma de elementos que, de manera audaz y admirable, el modista ha hecho confluir en torno a esta propuesta excepcional. Teniendo de este modo la desazón romántica de la luna llena, la paleta cromática de la obra de van Dongen, y las referencias voyeristas a la obra de Brassaï, como principales puntales de los que se vale Galliano para dar forma a esta colección de esencia psicológica integrada por una sucesión de modelos/musas que, como títeres, se mueven, bailan, contraen y retuercen, subyugadas bajo el peso de las emociones y movimientos que modelan cada una de las prendas que contorsionan sus cuerpos. Aspecto frente a los que tampoco podemos dejar escapar las referencias que la misma colección parece ofrecer tanto de las figuras de Martin Margiela, fundador de la casa, como de John Galliano, y que el diseñador británico parece haberse decidido a asimilar con las de una suerte de “muñecos rotos” en manos de la industria de la moda.

La colección nace “de una exploración interna asentada en la conciencia, siendo un estudio técnico y filosófico de la presencia y la sensibilidad”, tratan de explicar desde la casa de modas francesa. De este modo, añaden, “la síntesis de la colección”, surgida de “entre el proceso pictórico y el ritual de vestirse”, prende la mecha de “un estudio de la relación museística formada entre los artistas y sus muñecos anatómicos”. Una relación que se desnuda de la mano de “acentos inspirados en muñecas, en el juego de rayas de los vestidos camiseros, y en trajes de falda de tweed creados mediante la nueva técnica del ‘rétrécirage’”.

El regreso de los corsés y de las cinturas de avispa, en corte al bies

Poniendo ya atención sobre las particularidades de la colección, en términos de diseño, como paleta cromática, siguiendo con lo ya señalado, la propuesta se erige construida sobre la paleta cromática dominada por la combinación en blanco y negro de las fotografías de Brassaï, junto a notas de color extraídas de la obra de van Dongen. Acentos tonales que Galliano pone a dialogar, construyendo una paleta cromática surgida de las coloraciones de una noche de luna llena de un París cubierto de charcos de agua de lluvia. Inspiración que le conduce a proponer una paleta de colores dominada por negros, grises antracita, marrones, verdes oscuros y beige, tonalidades referentes del tradicional armario masculino, que, desde su especialmente singulares acentos, se terminan de completar con los azules claro y los blancos que se encargan de poner el justo contrapunto de luz a esta oscura y lluviosa noche parisina.

En cuanto a la naturaleza de los patrones, del mismo modo que Demna Gvasalia empezaba a descubrirse como el nuevo máximo representante de la industria de la moda con aquella primera colección desde la que, como nuevo director creativo de Balenciaga, salía a proponer el regreso de las hombreras y de las chaquetas de espalda ancha como tendencia, ahora Galliano practica un ejercicio similar, vaticinando el regreso de los corsés y de las cinturas entalladas y de avispa. Una nueva morfología para el cuerpo de la mujer que a todas luces denotaría un regreso a los gustos decimonónicos por contraer y sojuzgar el cuerpo femenino, pero frente a lo que Galliano se planta con este ejercicio de reformulación formal que, de manera completamente antagónica, lo que pretende es más bien salir a celebrar las curvas naturales de la mujer y su libertad. Cuestiones para las que el modista plantea primero el volver a enfatizar las curvas de la mujer con la cintura, real del cuerpo, como vértice en torno al que gravitan todos los movimientos, y, segundo, una colección magistralmente ejecutada en corte al bies, que es el que justamente permite que las prendas de muevan libremente y no resultar limitantes ni apretadas ni ceñidas. Una característica esta que es la que termina por caracterizar de manera principal a esta colección, junto con el resto de innovaciones técnicas “explotadas” a su abrigo, y entre las que desde la misma Maison Margiela destacan nuevas técnicas desarrolladas por Galliano como el “caisetting”, introducido en la colección de Alta Costura de Otoño/Invierno de 2017 y que permite presentar como cartón corrugado a materiales finos como la organza de seda y el tejido de crin; el recubrimiento de “gouttoir”, técnica que mediante tratamientos de silicona y cristales tallados a mano permite generar la sensación de prendas suavemente rociadas con agua de lluvia; o el “aquarelling”, término con el que se identifica a un nuevo método empleado para cubrir el tul o la muselina de la misma manera en la que un pintor trabaja la acuarela.

“Creada durante doce meses en los talleres de alta costura de Maison Margiela, la colección introduce varias técnicas nuevas desarrolladas por John Galliano”, quien “evoluciona y refina aún más las prácticas emblemáticas establecidas en la Alta Costura”, argumentan desde la dirección de la casa de modas. De entre todas ellas, y a pesar de no ser ni mucho menos novedosa, añaden, “el corte al bies aparece en toda la colección”. Siendo esta una técnica que “se materializa en telas cortadas en ángulo, permitiendo que la elasticidad natural de la tela golpee el bies”. Y es que “a diferencia del corte recto, el corte al bies crea una prenda lánguida y voluble, que genera un intercambio armonioso y dinámico entre la tela y el cuerpo”, dando como resultado “una sensación de movimiento liberadora y no restrictiva”. Siendo esta una “práctica de confección fundamental para la expresión creativa de John Galliano”, subrayan, y en lo que además sirve especialmente para “desnudar” el mensaje y las nuevas formas que el modista gibraltareño propone desde esta magistral colección de Alta Costura, para la temporada Primavera/Verano 2024.