“Fue una conversación honesta y sin tabúes”: por qué Adolfo Domínguez vuelve al cuero
cargando...
Hace unos días Adolfo Domínguez anunciaba la decisión de reintroducir el cuero animal en sus colecciones. Este movimiento no responde a un giro impulsivo ni a una ruptura abrupta con su discurso histórico de sostenibilidad, según explica la compañía en conversación con FashionUnited, se trata del resultado de una reflexión interna prolongada, técnica y también cultural, en un momento en el que la industria de la moda revisa con mayor profundidad el impacto real de los materiales que emplea.
“Fue una conversación honesta, valiente y sin tabúes”, resume Antonio Roade, director de Sustainability and Positive Impact de Adolfo Domínguez, al describir cómo se abordó internamente una decisión que podría ser especialmente sensible para una marca que en 2010 se posicionó como pionera en políticas de bienestar animal. Entonces, la firma eliminó de sus colecciones pieles con pelo, animales exóticos y materiales asociados a prácticas consideradas crueles, marcando un hito en el sector español.
Quince años después, “el contexto ha cambiado”, dice el técnico. La sostenibilidad ya no se evalúa únicamente desde la procedencia ética del material, sino desde una ecuación más compleja que incluye durabilidad, ciclo de vida, dependencia de recursos fósiles y capacidad real de reciclaje.
Naturaleza, durabilidad y una crítica al modelo sintético
En el centro del razonamiento de la firma se encuentra una idea clave: la durabilidad como pilar de la sostenibilidad. Para Adolfo Domínguez, explica Roade, el debate no se limita a qué material es “mejor” en términos absolutos, sino a qué tipo de producto se fomenta desde su uso.
Más allá de los indicadores técnicos, la compañía pone especial atención a la relación emocional con el producto, un elemento menos cuantificable pero central en su discurso. “La durabilidad no es solo que el tejido sea resistente, también es que siga siendo bello”, apunta Roade.
“El cuero tiene una capacidad de envejecimiento funcional y estético que otros materiales no ofrecen”, señala. Frente a alternativas sintéticas como el poliuretano, la empresa defiende que estos materiales presentan una vida útil limitada. “Una vez aparece una fisura, el deterioro es rápido e irreversible, lo que reduce drásticamente el ciclo de uso del producto”, nos explica.
Para una marca que históricamente ha articulado su discurso en torno a la calidad y la atemporalidad de sus prendas, la dimensión emocional se plantea como una variable estratégica dentro de su enfoque, al vincular el valor simbólico de los objetos con una posible reducción de su rotación.
Los matices del cuero
El cuero, sin embargo, no está exento de controversia. La firma reconoce que el debate sobre su impacto ambiental sigue abierto, especialmente en lo relativo a las emisiones de CO₂ asociadas a la ganadería y al uso de productos químicos en el curtido.
Aquí, Adolfo Domínguez se apoya en dos argumentos técnicos. El primero es que el cuero utilizado procede exclusivamente de la industria cárnica, sin implicar sacrificio adicional de animales. El segundo es la complejidad metodológica de asignar emisiones al cuero como subproducto, una cuestión aún discutida en los análisis de ciclo de vida.
Con el objetivo de minimizar los riesgos ambientales asociados al curtido, la compañía ha anunciado su colaboración con Leather Working Group (LWG), cuyos estándares evalúan aspectos como el consumo de agua, la gestión química y el impacto ambiental de las tenerías proveedoras.
“El cliente lo está pidiendo”
En mercados como el español, el cuero sigue estando profundamente asociado a la idea de valor, durabilidad y legitimidad del precio. La disposición del consumidor a pagar importes elevados por bolsos o calzado fabricados con materiales sintéticos, incluso cuando estos se presentan bajo un relato sostenible, continúa siendo limitada y culturalmente compleja. “El cliente, particularmente en bolsos, sí lo está pidiendo”, señala Roade, aunque reconoce que este cambio exige pedagogía y tiempo.
“El reto ahora es definir ese equilibrio”, explica. No todos los consumidores pueden ni quieren acceder al mismo rango de precios, y la compañía asume la necesidad de acompañar al cliente en esta transición, evitando decisiones abruptas que generen fricción comercial o desconexión con las expectativas históricas del mercado.
Lejos de plantear una sustitución inmediata, la reintroducción del cuero se concibe como un proceso gradual. En este momento, Adolfo Domínguez sigue definiendo la estrategia, sin haber concretado todavía en qué colección se materializará este cambio ni en qué categorías se aplicará de forma prioritaria.
En este contexto, la firma comenzará probando un mix de materiales, combinando cuero y “Piel No Piel” en sus colecciones. La forma en que esta estrategia se materialice en próximas colecciones está ahora en manos del departamento de Producto.
Investigación y calidad como hoja de ruta
Más que cerrar un debate, el statement de la firma abre una conversación incómoda pero necesaria para el sector: cómo equilibrar ética, impacto ambiental, funcionalidad y cultura del producto en un mercado que exige respuestas simples a problemas estructuralmente complejos.
Este replanteamiento material se enmarca en una estrategia más amplia orientada a la calidad y la investigación. En esa línea, Adolfo Domínguez ha firmado recientemente una cátedra de innovación y calidad textil con el grupo Intexter de la Universitat Politècnica de Catalunya, un espacio desde el que se analizarán, entre otros aspectos, la durabilidad y el comportamiento de los materiales a lo largo del tiempo.