La ropa y el calzado de la Unión Europea tendrán una etiqueta ecológica para 2023
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Como parte de su plan de acción encaminado a adaptar el sistema económico de la Unión Europea a un futuro ecológico basado en una economía más sostenible y circular, en materia de productos textiles la Comisión Europea se encuentra trabajando desde 2020 en una nueva estrategia encaminada a reforzar la competitividad y la innovación en el sector e impulsar la circularidad de la industria textil de la Unión. Fines para los cuales desde la Comisión Europea se encuentra ultimando la propuesta que hará obligatoria una etiqueta ecológica para los productos de ropa y calzado que se vendan en territorio comunitario. Una etiqueta ecológica que deberá de servir de ayuda a los consumidores facilitando el que estos puedan escoger artículos más sostenibles y circulares, así como para evitar el denominado “greenwashing” que practican determinadas compañías y grupos, y que está previsto que pueda llegar a ser ya obligatoria a partir de 2023.
Debido al creciente, y gratuito, uso que se está dando de términos vinculados a las palabras “sostenibilidad” y “circularidad”, en lo que puede terminar provocando una gran confusión entre los consumidores, desde la Unión Europea se está proponiendo el que las empresas deban pasar a justificar las declaraciones medioambientales que hace en relación a los artículos de ropa y de calzado en base a una única metodología armonizada, fin para el que proponen la de la Huella Ambiental del Producto (HAP o PEF por sus siglas en inglés). Una metodología de análisis de la que la Comisión Europea comenzó a hacer uso en abril de 2013, en el marco de su iniciativa piloto para la “Creación de un mercado único de productos ecológicos”, que se encarga de analizar el impacto medioambiental de los productos en base a una evaluación de su ciclo de vida útil (ECV o LCA por sus siglas en inglés).
Una futura etiqueta ecológica en base a la Huella Ambiental del Producto (HAP)
La información recogida por la HAP, se contempla de este modo que termine sirviendo de base a la elaboración de esa futura etiqueta ecológica, que deberá pasar a ofrecer una información clara, simplificada y concisa al consumidor en materia de sostenibilidad, directamente desde el punto de venta.
Para ello se parte de la idea de que los criterios analizados por la HAP terminen sirviendo para eliminar todas esas miles y miles de etiquetas que hoy marcan los artículos de moda y textil como “sostenibles”, mediante la implementación de un nuevo sistema unificado que podría bien seguir con el ejemplo de alguno de esos otros modelos que ya se han adoptado en otros ámbitos económicos. Por ejemplo, en la comercialización de esos electrodomésticos que ya encontramos junto a su etiqueta de eficiencia energética, en base de una gama de letras y colores que van de la A+++ en verde a la D en rojo, pero que pasarían llegado el caso, y en el de decidirse la Comisión por este formato, a marcar en intenso verde aquellos artículos de moda y calzado más sostenible, frente a aquellos con una naturaleza más contaminante y dañina para el medioambiente, que terminarían marcados en rojo.
Con 16 categorías de análisis
Para le realización de ese análisis, la HAP contempla actualmente la evaluación de hasta 16 categorías distintas de impacto medioambiental a lo largo del ciclo de vida útil. Lo que no es sino un estudio detallado del impacto medioambiental total que se da durante las fases que van de la adquisición y fabricación de las materias primas, hasta el final de la vida útil, en este caso de los artículos de moda y calzado. Pudiendo terminar sumándose a esta última etapa, tal y como deberían ser las pretensiones de la Unión Europea, los posteriores procesos de reutilización, reciclaje o, en su defecto, deposito en un vertedero y la incineración.
Poniendo el foco de atención en esas 16 categorías, de manera aún más exacta de lo que actualmente se encarga la HAP es de medir el impacto medioambiental nocivo en términos de reducción de la capa de ozono, de toxicidad humana con efectos cancerígenos, toxicidad humana con efectos no cancerígenos, toxicidad en agua dulce, en términos de material en partículas o inorgánicos respiratorios, formación fotoquímica de ozono, acidificación, eutroficación terrestre, eutroficación en agua dulce, eutroficación marina, de uso del suelo, de reducción de los recursos de agua, reducción de los recursos de combustibles fósiles, de reducción de los recursos de minerales y metales, de radiaciones ionizantes y salud humana y en términos de cambio climático. 16 categorías genéricas de la HAP, que son las que pasarán a regir los términos que evaluará la próxima etiqueta ecológica de la Unión Europea.
Demanda y campaña para actualizar las categorías de la HAP
A pesar de esa larga lista de impactos medioambientales nocivos que contempla actualmente la HAP, existen diferentes organizaciones vinculadas a los sectores de la moda, el textil y el calzado que defienden el que la Comisión Europea debe de mejorar la metodología de la HAP, mediante la incorporación ciertos criterios específicos que, de no sumarse, terminarían distorsionando la información que terminará llegando a manos de los consumidores. Así al menos lo sostienen desde la International Wool Textile Organisation (IWTO), organización internacional desde la que a finales del pasado año no dudaban en lanzar la campaña “Make the Label Count”, dirigida a ejercer presión y concienciar de la necesidad de modificar el actual sistema de la HAP, ahora que la Comisión Europea se encuentra todavía en la fase consultiva de su propuesta sobre las políticas ecológicas vinculadas a la industria de la moda y el calzado. Propuesta que está previsto que vea la luz a lo largo de este 2022, con 2023 como fecha para la que se prevé que haya ya finalizo el proceso de actualización para las normas de las categorías de la HAP para prendas de vestir y calzado, dando paso así a la implementación generalizada de esa nueva etiqueta ecológica unificada.
De manera más concreta, a través de sus acciones y de la puesta en funcionamiento de esta campaña de concienciación, desde la IWTO sostienen la necesidad de que la HAP se mejore incorporando la medición del impacto medioambiental generado por la contaminación de microplásticos, el impacto total de los combustibles fósiles, las prácticas de producción, la renovabilidad y biodegradabilidad, la duración de la vida útil, y, por último, también los impactos sociales vinculados a todos los procesos y etapas que se dan a lo largo del ciclo de vida de los artículos.
“Existen impactos medioambientales críticos que no se tienen plenamente en cuenta o no se incluyen en la metodología de la HAP” y que “podrían distorsionar significativamente la credibilidad de las clasificaciones de impacto ambiental de la UE de los productos de ropa y calzado”, sostienen desde la IWTO. A este respecto, defienden que “en interés de los consumidores, cualquier método utilizado para evaluar la huella medioambiental de un producto debe ser holístico e incluir todos los impactos como consecuencia de la sostenibilidad”. “Al estar basada en la ECV”, añaden, “la HAP se ve afectada por limitaciones, al centrarse solo en los impactos nocivos y no tener en cuenta los impactos medioambientales positivos”, sin olvidar el que “los impactos sociales también deben considerarse para una evaluación holística de la sostenibilidad de un producto”.
Una metodología que premia a las fibras sintéticas frente a las de origen natural
Con la suma de estas nuevas categorías y la adaptación del sistema basado en la Huella Ambiental del Producto a un modelo más “holístico”, como así lo definen, desde la IWTO y la campaña “Make the Label Count” pretenden ajustar este futuro modelo de medición ecológico de las prendas, para poder ofrecer unas mayores garantías en cuestión de sostenibilidad, al tiempo que suprimen las actuales y evidentes disonancias que, a su juicio, la HAP presentaría tal y como está. Siendo un modelo que actualmente podría llegar a mostrar mejores valoraciones para las prendas sintéticas y con base en petróleo, que para las prendas confeccionadas en fibras 100 por cien natural.
A este respecto, “si bien todas las prendas desprenden microfibras a través del lavado y su uso diario, solo las prendas sintéticas fabricas con combustibles fósiles desprenden fibras de mircroplástico”. Una materia que “contamina tanto los ambientes terrestres como marinos y ha entrado en la cadena alimentaria”, señalan desde la IWTO, siendo además un punto que, de no incluirse tal y como hasta ahora dentro de las categorías a analizar por el sistema basado en la HAP, ni siquiera respondería a las mismas estrategias de la Unión Europea establecidas en su lucha contra los residuos plásticos.
Además de este punto, las fibras sintéticas saldrían igualmente favorecidas frente a los tejidos naturales, dado que la huella ambiental de “las fibras sintéticas comienza en la extracción en la boca del pozo, en lugar de en la formación de la materia prima”, lo que “deja fuera todos los impactos que se generan para la obtención de las fibras sintéticas”, entre los que se deberían de incluir “gases de efecto invernadero, el uso de la tierra y el agua”. “Por el contrario, se tienen plenamente en cuenta todos los impactos de la formación de fibras naturales”, en una “limitación de la HAP magnifica la inequidad entre los productos fabricados a partir de fibras naturales y de combustibles fósiles”.
“Estamos muy emocionados de que la industria textil pueda ser regulada en un futuro cercano y de que la legislación que se proponga ayude a unos concienciados consumidores a poder tomar decisiones responsables”, apunta en este sentido Dalena White, secretaria general de la IWTO. No obstante, “los responsables políticos de la UE tienen un papel crucial que desempeñar para garantizar que el etiquetado esté respaldado por un sistema que presente igualdad de condiciones para todas las fibras al considerar todos los impactos del ciclo de vida de cada prenda”.