Lacoste vuelve a desfilar en la Semana de la Moda de París

Madrid – Era una de las grandes citas destacadas de esta última edición de la Semana de la Moda de París, de cuyo calendario oficial la tan célebre como icónica casa francesa Lacoste no volvía a formar parte desde su pasada edición de septiembre/octubre de 2021. Un vacío de más de dos años, al que desde la firma se han decidido finalmente a poner punto y final, desde el que ha sido tanto su esperado regreso a las pasarelas, como el debut de la diseñadora greco-estadounidense Pelagia Kolotouros como nueva directora creativa de la casa.

Enmarcado así pues entre los desfiles de pasarela programados para la siempre simbólica última jornada de presentaciones y desfiles de esta última edición de la Semana de la Moda de París, el día arrancaba con el siempre esperado desfile de Chanel, para concluir con el de Louis Vuitton, dos de las casas de moda que justamente mejor representan a nivel internacional ese “savoir-faire” y esa importancia capital que brindan desde Francia hacia las industrias de la moda y del lujo, desde hace ya largos siglos. Una consideración a la que justamente ha contribuido en buena parte la casa Lacoste, desde que fuera fundada en torno al año 1933 por el por entonces aclamado tenista René Lacoste, apodado como “el cocodrilo”, y por el empresario especializado en prendas de punto André Gillier. Responsables ambos de poner en marcha la que sigue siendo hoy, más de 90 años después, una empresa y una marca de referencia, tanto dentro como fuera de las pistas de tenis, que arrancaba su andadura, ponemos en contexto, 79 años después de que Louis Vuitton iniciara su andadura como casa especializada en artículos de viaje, y 23 años después de que hiciera lo propio Chanel, en su caso en primer lugar como casa de sombreros.

Dentro del mismo marco de esta edición, presentando la primera colección para la casa firmada por Kolotouros, para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2024, Lacoste pasaba a situarse entre las tres casas de moda de dentro del programa oficial que oficializarían su relanzamiento mediante la presentación de las primeras colecciones de sus nuevos directores creativos. Una serie de presentaciones estas de dentro del propio programa, que arrancaba con la presentación, el pasado jueves día 29 de febrero, de la colección de debut de la alemana Chemena Kamali para Chloé, para continuar ya, el pasado sábado 2 de marzo, con la de Seán McGirr como nuevo director creativo de Alexander McQueen, y cerrar ya con la de Kolotouros, este martes 5 de marzo, como nueva directora creativa de Lacoste. Un proceso para el cual, y siguiendo con lo que ha sido el perfecto ejercicio que han llevado a cabo cada uno de los otros dos creativos, la diseñadora greco-estadounidense no ha dudado en salir a reinterpretar y a revisitar los códigos estilísticos más propios, característicos y genuinos de Lacoste.

Partiendo de ese proceso, sin duda Kolotouros no ha defraudado con la presentación de “Victory of 1927”. Nombre con el que ha sido bautizada esta primera colección de la diseñadora para la casa Lacoste, desde la que no solamente nos la devuelve y la relanza bañada de un renovado universo de referencias nacidas del mundo del deporte, y en especial del deporte del tenis, sino plenamente revitalizada sobre esos mismos valores deportivos que siempre han procurado ensalzar desde Lacoste. Valores que hablan de integración, de compañerismo y de unión en torno a la práctica del deporte, y que Kolotouros ha tratado de poner en evidencia de la mano de una propuesta de líneas fluidas e intergeneracional, que se encargaron de defender sobre la pasarela una selección de modelos de toda clase de distintas edades y etnias. Colección que al tiempo ahondaba sus raíces en la historia de la casa, y en particular en la mítica victoria de Francia en 1927 de la Copa Davis frente a Estados Unidos. Un triunfo que llegó liderado por el propio Lacoste, junto al resto del grupo denominado como de “los cuatro mosqueteros”, integrado además de por Lacoste por Jacques Brugnon, Jean Borotra y Henri Cochet, en lo que terminó dando paso a la construcción del estadio de Roland Garros, y a la constitución del Open de Francia. Hitos del deporte francés que, además de formar parte de los orígenes de la casa Lacoste, la misma firma ha salido a reivindicar en un contexto como el actual, en el que París se prepara para albergar la próxima edición de los Juegos Olímpicos.

Así pues, y desde esta colección, tanto la firma como su nueva directora creativa salen “para rendir homenaje a su fundador”, todo un “pionero, inventor y un icono de la proto-moda”; así como para “celebrar tanto el legado de la Casa como su ultra modernidad”, defienden desde la dirección de la misma Lacoste a través de una nota. En ese objetivo, la diseñadora y los miembros de su equipo creativo han llevado a cabo una revisitación de “los códigos del tenis” y de las “referencias de archivo” de la firma, como base para la ideación de un nuevo “prêt-à-porter sofisticado y femenino”, que ponen a disposición y que defienden como igualmente apto para un armario tanto masculino como femenino, además de cualquier edad. Un armario para el que se han decidido a construir unas piezas que desprenden “el elegante modernismo de los años veinte y treinta”, fruto de la confluencia de un “‘chic’ francés” que “abraza el atletismo” estético, “subvirtiendo” al tiempo “los códigos de corte limpio y ‘preppy’” que les resultan más consustanciales, para dar lugar a prendas pensadas “para el día a día sencillas, sofisticadas y universales”. Unas prendas aún así dotadas de “una sensualidad inconfundible”, advierten, y que no hace más que contribuir a elevar su carácter, y el de todo el conjunto de la propuesta, dibujando una colección armada a partir de una serie de piezas que, sin duda alguna, se sitúan y van más allá del mero utilitarismo.

Entre cocodrilos, faldas de tablas y tonalidades en “tierra batida”

Profundizando en el análisis de la colección, empezado por su paleta cromática, siguiendo con su carácter como propuesta de debut, de manifiesto y de reivindicación del punto de partida que se ha decidido a fijar Kolotouros como base de esta nueva etapa a la que se abre ahora Lacoste bajo su dirección creativa, la colección se encuentra apoyada sobre una horquilla de tonalidades íntimamente ligada a su naturaleza como casa de modas surgida de la práctica del tenis. Cuestión que termina por verse reflejada en una horquilla de tonalidades donde reinan los verdes hierba, los blancos tradicionales de las prendas de tenis, y en especial los rojos y marrones arcilla, en clara referencia a las pistas de tierra batida. Terminando de completarse la propuesta cromática con ligeros acentos en azul cielo, nuevamente otra referencia a esos cielos azules que siempre han actuado de resguardo de las principales batallas sobre las pistas de tenis. Un acento que se termina de acompañar con la presencia de un verde, en este caso verde Lacoste, en referencia por su parte al logotipo histórico de la casa, emblema que Kolotouros no ha dudado en reformular y recontextualizar desde este misma colección de debut.

Siguiendo con precisamente ese ejercicio, la figura del icónico cocodrilo de Lacoste se descubre, al igual que las raquetas y pelotas de tenis, como uno de los principales elementos gráficos de esta propuesta, desde la que lo descubriremos tanto en sus líneas más tradicionales, como en sus nuevas formas revisitadas, sirviendo al tiempo tanto de logotipo, como de base para la creación de distintos patrones, estampados y hasta incluso bordados. Motivos estos de entre los cuales se destacan tanto sus ilustraciones en tamaño “maxi”, y en especial las marcadas en dorado sobre las prendas de abrigo o las bordadas sobre prendas de punto; así como las de unos coloridos patrones de figuras de cocodrilos dispuestas de manera ortogonal; pero sobre todo su utilización como adornos metálicos que prenden sobre los tejidos de algunas de las prendas, dando forma a algunos de los estilismos de perfil más elevado de todo el conjunto de la colección. Terminándose de hacer referencia a los iconos y emblemas más propios de la casa, mediante ilustraciones y de fotografías impresas del propio René Lacoste, raqueta en mano, golpeando una pelota de tenis.

Si rica resulta de este modo la variedad de elementos gráficos de los que se sirve Kolotouros para dar forma a esta colección de debut, todavía lo es más la lista de referencias de las que se sirve para terminar de modelar los distintos patrones sobre los que se asienta la propuesta. Una colección a todas luces vibrante a este respecto, desde la que la diseñadora greco-estadounidense sale a reinterpretar y a reapropiarse de categorías clave de prendas de indumentaria de la historia de la práctica del tenis, como unos polos que reformula a partir del uso de tejidos técnicos; unos jerséis de punto que subvierte en prendas de tamaño maxi, o hasta en piezas de corte sudadera, en vestidos largos o en atrevidos y provocativos conjuntos de top y shorts; o unas faldas de tablas, tradicional uniforme del tenis femenino, que brillantemente convierte en un elemento unificador de toda la colección, no dudando para ello en extender su uso también al armario del hombre. Una intención que llega para subrayar todavía más el carácter fluido de esta colección.

“La gracia y la sofisticación, el rendimiento y la comodidad, la estructura y la fluidez, convergen a medida que el encaje de cocodrilos, la seda, las capas con transparencias y los drapeados, contrastan suavemente con los materiales técnicos deportivos”, analizan desde Lacoste; sobre una colección con la que, defienden, Kolotouros trata no sino de tender “puentes entre generaciones y comunidades, invitándolas a hacer suyos los códigos de Lacoste”.