Los nuevos “alegres veinte” de Maximilian Davis para Ferragamo: cinturas caídas, pieles y movimiento

Madrid – Cita notablemente señalada de estas últimas jornadas del calendario oficial de la Semana de la Moda de Milán, desde la capital de la Lombardía la histórica casa Ferragamo ha presentado su última colección, de hombre y mujer, para la próxima temporada Otoño/Invierno FW24. Una propuesta desde la que su actual director creativo, el británico Maximilian Davis, ha pasado a reinterpretar, en clave posmoderna, la “descarada libertad” que reinaba durante los felices años veinte del pasado siglo, estableciendo un diálogo directo entre la década de entonces con la de los años veinte de este nuevo siglo XXI.

Como una de las colección más brillantes, ya lo adelantamos, de esta última edición de la Semana de la Moda de Milán, Davis sigue construyendo y asentando las bases del relanzamiento de Ferragamo, con una doble propuesta, para hombre y mujer, desde la que sale a evidenciar el extraordinario buen saber hacer del que es poseedora la casa italiana. Unas particularidades que Davis ha desnudado en sobre manera desde la cuidadísima selección de materiales escogidos para dar forma a esta colección, desde la que, desde su sentido más poético, ha tratado de ahondar y reinterpretar la libertad en el vestir de la que hicieron gala aquellas “flappers” de los pasados años veinte del pasado siglo, que se encargaron de salir a luchar, con la libertad como arma, contra los estereotipos y contra las férreas normas sociales que imperaban entonces. Unas primeras mujeres que se encargaron de tomar firmemente, y de no soltar, las primeras cuotas de libertad que habían logrado gracias, por irónico que pueda resultar, al estallido de la Primera Guerra Mundial, aprovechándose de la marcha de los hombres al frente de la guerra para dar sus primeros pasos hacia la emancipación, en lo que terminaron por cristalizar con la adopción de ese característico estilo del vestir. Un estilo que navegaba en la feminidad más ambigua, construido a base de patrones en forma columna que desdibujaban las curvas de la mujer, al tiempo que las enfatizaban permitiendo un movimiento más libre y provocativo, y que finalmente sería la mismísima Coco Chanel quien terminaría por capitalizar, componiendo desde sus cimiento el armario de la mujer moderna. Unos cimientos estos asentados así pues en ese estilo “flapper”, que es ahora Davis quien ha decidido salir a reinterpretar, trazando una línea directa entre ambas décadas, desde los “felices años veinte” de 1920, a los inciertos años veinte de estos 2020, y que el director creativo de Ferragamo parece decidido a “contagiar”, aunque solo sea en una pequeña parte, de la misma hambre de libertad que reinó por entonces, y antes del trágico golpe a la realidad que supondrían, primero, el crack del 29, y después el estallido de la Guerra Civil Española, en el 36, y de la Segunda Guerra Mundial, en el 39.

“Los años veinte utilizaban la ropa como una forma de celebrar la libertad”; y “esa expresión de libertad es algo que resuena conmigo, con mi herencia y con Ferragamo”, explica el mismo Maximilian Davis, director creativo de Ferragamo desde marzo de 2022, a lo largo de unas declaraciones que nos hacen llegar desde la dirección de la misma casa de modas italiana. “En los años veinte, como respuesta al mundo que les rodeaba, la gente creó sus propios espacios a través de los bares clandestinos”, lugares a los que acudían ocultando “lo que llevaban puesto hasta que estaban a salvo”, evidenciando una doble moral imperante durante aquellos años, de la que el conjunto de la sociedad no dejaba de ser cómplice.

Partiendo de este modo de aquel contexto histórico, y del estilo del que, tanto delante como detrás de las pantallas, hicieron gala hoy ya mitos del séptimo arte como Joan Crawford, Greta Garbo o Louise Brooks, Davis ha conseguido ya no solamente revisitar con maestría uno de los periodos más vibrante de la historia reciente de la humanidad, también en lo referente a moda, sino al tiempo recoger y revisitar el legado y los orígenes de la misma casa Ferragamo. Firma que justamente comenzó a construir sus cimientos de la mano de un Salvatore Ferragamo que, como emigrante en los Estados Unidos, consiguió granjearse el apodo de “el zapatero de las estrellas” calzando a las grandes figuras del cine de Hollywood, durante aquella misma década de los año veinte que ahora ha entrado a revisitar el diseñador británico. “Siempre despojo las cosas” de sus orígenes, apunta Davis a este respecto; y es que, apostilla, “me gusta tomar una parte rica de la historia, y luego reinterpretarla para hacerla más limpia, más moderna”.

Revisitando, en clave posmoderna, el estilo “flapper” de los “felices años veinte”

Elevándose, en justa respuesta, como una sensual y provocativa propuesta en la que no faltan ni uno solo de los elementos que caracterizaron a aquella moda “flapper” de los años veinte del pasado siglo, pero adaptados a las corrientes estéticas y a los gustos de hoy, bajo la mirada de Davis, la colección se presenta de la mano de unas siluetas de líneas relajadas y cinturas caídas. Unos patrones que Davis termina de componer a través de una dualista combinación de materiales, que discurren entre la delicadeza de unas fibras etéreas, transparentes y fluidas, y la rotundidad del cuero, tratado no obstante de una manera igualmente sinuosa y envolvente. Terminándose de armar la propuesta con toda una indistinta serie de ricos adornos y detalles, igualmente inspirados en aquellos “locos años veinte”, entre los que no faltan plumas, flecos, cuencas y fruncidos.

Como base de toda la colección, más allá de esas inspiraciones en los “felices años veinte”, nos encontramos con una rica y otoñal paleta cromática, dominada por verdes militares y musgos, marrones chocolate, marrones ocres, negros y por un completo pasaje de rojos encendidos y borgoñas. Coloraciones que se exhiben de manera profusa y rica, de la mano de esa igualmente rica selección de materiales, entre los cuales prima por encima del todo la presencia del cuero, junto a finas organzas y lanas. Materiales que se descubren tanto desnudos de forros, como recubiertos de plumas y bordados de lentejuelas, conformando con todo ello el alma al tiempo libre y al tiempo elevada de esta colección, de hombre y mujer, para la próxima temporada Otoño/Invierno FW24.

Encargándose de terminar de aunar y de dar forma a todo este conjunto y serie de elementos, en lo que respecta a las prendas de la colección de mujer, como diseños clave, se han descubierto sobre la pasarela desde exuberantes vestidos vaporosos con trasparencias y de organdí, a blusas transparentes, tupidos vestidos de punto, cálidos abrigos o rotundos conjuntos desestructurados y sin forros confeccionados en piel, una de las tendencias que viene con mucha fuerza para estas próximas temporadas. Debiendo igualmente de destacar tanto los abrigos a modo capa, desde los que Davis hace justamente referencia a cómo las mujeres durante aquellas épocas ocultaban sus atuendos más atrevidos, y libres, hasta encontrarse en el ambiente adecuado; como a los conjuntos de tops y vestidos y faldas decorados con plumas y flecos, haciendo referencia a la estética más “flapper” de los años veinte del siglo pasado. Referencias que igualmente se enfatizan desde esas cinturas caídas subrayadas con cinturones tamaño “maxi”, desde una colección desde la que, como diseño especialmente clave, se nos presentan dos modelos de vestido cóctel, confeccionados en lentejuelas en efecto de escamas de sirenas, confeccionados, el de mayor longitud, con 950 lentejuelas de cuero laminado, engarzadas a mano durante un proceso que conlleva unas 19 horas de trabajo.

Mientras tanto, y del lado masculino, la colección se presenta planteando un diálogo directo con la propuesta de mujer, destacándose tanto por unas prendas de sastrería, entre abrigos y trajes, de solapas afiladas y esculturales; como por la presencia de esos cinturones “maxi” que llegan para enfatizar las nuevas líneas de una cintura caída; por la presencia de unos “descarados” shorts extra cortos; y por la amplia presencia de conjuntos y chaquetas confeccionadas en cuero. Terminándose ya de completar el conjunto de toda la colección, tanto de mujer como de hombre, con una amplia serie de complementos y accesorios, entre los que encontramos una revisitación de un diseño de sandalias construidas a partir de un diseño de archivo de la casa, y caracterizadas por una atadura frontal con forma de “T”; a una una versión, ahora emplumada, del bolso “Hug” de Ferragamo; unas nuevas versiones, en nuevos tamaños, del bolso “La Fiamma”; así como una igualmente nueva versión, pero de distintos de sus modelos de bolsos, en esta ocasión en una forma “súper suave”, completamente desestructurada, dúctil y que se pliega y se contrae sobre sí misma, a efecto de su propio peso, forma inspirada en la flor del lirio que es emblema de la ciudad de Florencia, la ciudad natal de la casa Ferragamo, y desde la que no se deja de subrayar la excelsa calidad del cuero empleado para dar forma a los distintos modelos de bolsos.

De este modo, y en el contexto de esta colección, Maximilian Davis “explora la década de 1920 a través de su perspectiva claramente definida, destilándola hasta la esencia de sus identidades liberadas”, explican desde Ferragamo. Para ello, recurre a la presencia de “dobladillos elevados y tejidos fluidos, cinturas caídas y cortes relajados”, que asimila con “los códigos visuales de una época de emancipación”, y que aquí y ahora se pulen y “se refinan” para dar lugar a “una colección que refleja la autoexpresión de los años veinte”; pero desde los límites de las fronteras a ambos siglos. En esa apuesta, “la protección se convierte en un tema que perdura” entre un extremo y el actual de esa línea cronológica, entre el belicismo que ponía punto de inicio y punto final a aquellos “felices años veinte”, y la incertidumbre de los actuales, esgrimen desde Ferragamo; terminando así de dar paso a la revisitación de “los uniformes” de entonces y “de la ropa de trabajo utilitaria de los pescadores”, recogidas por Davis como “una inspiración formal”. Una inspiración a la que ha terminado por dar forma a través de “drapeados fluidos”, y de unos patrones que “se suavizan” a través del uso de tejidos como la “lana mezclada con cachemira”, o de unas “pieles sin forro” de “una delicadeza relajada”, que al tiempo “imbuyen a la colección de un deseo fetichista”.