Schiaparelli, americanidad afrancesada
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Madrid – Desnudado sin tapujo alguno sobre la pasarela las mismas esencias por las que se rige, ya no solamente la propia casa de modas, sino el ámbito entero de la moda prêt-à-porter, la casa Schiaparelli presentaba a última hora de este jueves 28 de septiembre, y por segunda ocasión únicamente en formato desfile, la nueva colección de su línea de prêt-à-porter, para la próxima temporada Primavera/Verano 2024. Una propuesta con la que desde la firma de modas volvían a salir a reinterpretar los códigos creativos más propios y únicos ideados en vida por su fundadora, la célebre y siempre icónica diseñadora italiana Elsa Schiaparelli, haciendo especial hincapié en esta ocasión en las maneras de las que la italiana siempre supo hacer gala para la hora de volver en extraordinario, lo más anodino y rutinario de la vida de diario.
Jugando así pues en esa dualidad enfrentada entre las que se contraponen, de un lado y del otro, lo más sublime en el vestir, y lo más práctico de un armario de diario, es como en esta ocasión Daniel Roseberry, director creativo de Schiaparelly, ha tratado de terminar por componer esta nueva colección de prêt-à-porter de la célebre casa de modas francesa. Siendo estas unas particularidades que llegan para hablar precisamente, primero, de la misma esencia de la casa como casa de modas de Alta Costura, pero que ahora trata de adaptar sus códigos a los de la moda “más ponible” de su línea de prêt-à-porter. Un camino para el que Roseberry, como segunda consideración, se ha sentido movido por la misma práctica e impulso que ya guiaba la mano de la diseñadora italiana, y a su enorme talento y creatividad, para llegado el momento de tomar cualquier pieza de diario, ya fuera una camisa blanca, un abrigo tres cuartos o un jersey de lana, y transfigurarlas y reconvertirlas en auténticas obras de arte. Una “revalorización” que es la que igualmente ha tratado de imprimirle Roseberry a las piezas de esta propuesta, en lo que, como tercer aspecto, habla además del afrancesamiento, entendido aquí como lo propio de la alta costura, que se está terminando por aplicar a unas piezas de naturaleza más utilitaria, y por ende más próximas a lo que siempre se ha entendido por la naturaleza más práctica de la moda americana. Dos maneras con las que volver a enfrentar esa dualidad, entre extraordinario y costumbrista, entre Alta Costura y prêt-à-porter, entre afrancesamiento y americanidad en el vestir, y que es la misma por la que justamente viene rigiéndose la casa de modas francesa, en manos, a nivel creativo, del diseñador norteamericano desde abril de 2019.
“El prêt-à-porter es una combinación de ambas cosas”, de “la facilidad de ser estadounidense y del rigor del chic francés”, explica el mismo Roseberry a lo largo de unas declaraciones que nos hacen llegar desde la propia casa Schiaparelli con motivo de la presentación de esta nueva colección en París. Y es que, añade el diseñador texano, precisamente “esta colección prêt-à-porter trata de esa dualidad”. “Como hay que tener bien presente hoy en día, dos cosas pueden ser ciertas a la vez”, y bajo esa máxima es como nos encontramos “el prêt-à-porter Schiaparelli”, anuncia Roseberry. “¿Es para el día a día y debe ser, me atrevería a decir, ‘fácil’? Sí. Pero ¿también tiene que causar sensación, inspirar a alguien a cruzar una habitación, ser un eco extraordinario de algunos de nuestros mejores trabajos en la alta costura? Sí. Elsa lo hizo primero. Nosotros lo estamos haciendo de nuevo”.
De lo cotidiano a lo sublime
Partiendo de este modo de esa base por buscar elevar a lo extraordinario las piezas más básicas, y más útiles, de cualquier armario de diario, es como nos encontramos frente a esta nueva colección de Schiparelli, para la nueva temporada Primavera/Verano SS24. Una propuesta que encontramos cromáticamente asentada sobre una contenida paleta cromática compuesta a base de bancos y negros, con acentos en tonalidades nude, en azul pastel y en rojo. Siendo el ya tradicional acabado en oro, aplicado sobre toda clase de detalles y accesorios, el que se encarga de dotar de un carácter singular a la propuesta, especialmente cuando se muestra en compañía de esos elementos tan propios del imaginario creativo de la casa, como las surrealistas cerraduras, los candados, los ojos, los labios o las langostas que Elsa Schiaparelli ya consiguió elevar a símbolos reconocibles de su firma de moda.
“De la cabeza a los pies de oro, el prêt-à-porter Schiaparelli es un ejercicio para hacer que lo cotidiano cobre una vida más viva, más sorprendente”, explica Roseberry. “La actriz Marisa Berenson”, nieta de la fundadora de la casa, “describe un momento crucial en los inicios de la carrera de su abuela Elsa Schiaparelli”, cuando en torno al año 1927 la diseñadora italiana entró a admirar “el jersey de una amiga”. “Al enterarse de que lo habían confeccionado unas tejedoras armenias”, relata el diseñador texano, “las localizó y les encargó un jersey para ella que, escribe Berenson, ‘especificó que debía parecerse al dibujo primitivo de un niño en la prehistoria’”. “Esa pieza, con su deliberadamente imperfecto arco en trampantojo y su humor surrealista y fuera de lo común, fue una sensación inmediata, y el primer éxito de la firma Elsa”. Como “también constituyó el principio de lo que sería la filosofía de Elsa para su maison: empezar con una prenda cotidiana —en este caso, un humilde jersey de lana— y convertirla en una sensación”. “En manos de Elsa, esa prenda cotidiana y común se convirtió en algo de lo que hablar, algo que desear, algo que provocar”, siendo partir ya de ahí, y de esa proceso, cuando entraría ya a crear “piezas icónicas que marcarían una época, con esqueletos, langostas, insectos y animales de circo”. “Pero su filosofía nunca cambió”, advierte Roseberry, “toma algo familiar. Ahora hazlo desconocido”.
Entre langostas y zapatillas de punta dorada
Partiendo de esa metodología que ha apreciado el diseñador norteamericano en las maneras que tenía de crear la diseñadora italiana, es como Roseberry ha terminado por dar paso a crear una completa colección, en la que cierto es que terminan por difuminarse los límites que se pueden guardar a simple vista entre las escenas de la alta costura y del prêt-à-porter. Algo que no hace más que alabar el brillante trabajo que el creativo viene protagonizando al frente de la casa de modas desde sus exquisitas propuestas de Alta Costura, que consiguen ahora y aquí adquirir un tono ciertamente más contenido, con piezas ya mucho más ponibles, pero aún así descaradamente sublimes y fantásticas, como revelan sus detalles en estampado y forma de sardina, sus atrevidos juegos de texturas y volúmenes, sus provocadoras aberturas “cut out”, o sus innumerables detalles en formas de costillas, cerraduras, langostas y cangrejos.
“Me he dado cuenta de que cuanto más familiar es una prenda —una camisa blanca, un trench fluido, un blazer negro ahumado— más agradable es redescubrirla cuando se combina con los códigos de la casa, que a menudo se revelan como secretos” sobre las mismas piezas, valora Roseberry. En esta colección “cada botón de las mangas es una pieza de ‘bijoux’, un eco a la iconografía de la casa, pasada y presente”, como “el ojo de la cerradura, el candado, el ojo, el pezón, la paloma”, o “el motivo de la cinta métrica”. Un recurso que “Elsa estrenó enroscada alrededor de un frasco de perfume con forma de busto para su perfume ‘Shocking’”, y que aquí se muestra perfilando, a modo de bordados, “los bordes tanto de las chaquetas entalladas como de las blusas”. Y es que “el humor inherente a cada parte de nuestra herencia se manifiesta” a lo largo de toda esta colección, pero “ con más fuerza en nuestros dos bolsos favoritos”, el bolso Visage y el nuevo bolso Schiap, así como en “nuestro calzado”. Una categoría esta de la colección que adquiere un valor especialmente representativo, de manos de las nuevas zapatillas deportivas con “garra” metalizada en acabado en oro de que se han presentado como parte de esta nueva propuesta de prêt-à-porter de Schiaparelli. Un nuevo modelo de zapatillas que, apostilla el diseñador texano, tiene “un significado especial para mí porque simboliza quién soy: un abrazo a mi americanidad en un contexto de profundo afrancesamiento”.