Schiaparelli desafía los límites de la Alta Costura subvirtiendo formas y volúmenes
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Madrid – En el marco de esta Semana de la Alta Costura de París que está teniendo lugar estos días en torno a la capital francesa, principalmente en el terreno de lo digital, la Masion Schiaparelli presentaba en la jornada de ayer, a modo de obertura de las celebraciones y de su sesión inaugural, su propuesta para la próxima temporada Primavera/Verano de 2021. Una colección tan excesiva como delicada en todas sus formas, que la Maison se encargaba de dar a conocer a lo largo de un breve fashionfilm con el nos descubría el nuevo abanico de formas y volúmenes de la propuesta.
En palabras de Daniel Roseberry, director creativo de la casa de modas desde el pasado mes de abril de 2019, la colección busca servir de revulsivo ante todo lo preestablecido y las ideas preconcebidas en torno al imaginario de la Alta Costura. Un mundo que debe de comenzar a mirar, defiende el creativo, más allá de esa pasada época dorada de los años 50. Un hecho ese, el de mirar hacia adelante, que no impide ni mucho menos que las firmas y casas puedan seguir homenajeando el profundo legado creativo de aquellas figuras y diseñadores que impulsasen su fundación.
“Delicados bordados, frágiles como el encaje; faldas confeccionadas con metros de seda” y “vestidos tan inofensivamente bellos como un cuento de hadas”, esto sería a grandes rasgos lo que “la palabra ‘costura’ evoca en el imaginario colectivo”, explica Roseberry a lo largo de unas declaraciones difundidas desde la propia casa francesa. “Una visión inmaculada”, añade el diseñador, “de la época dorada de la costura en los años 50”. Idea que ahora él ha buscado ahora transgredir “en esta, mi tercera colección para Schiaparelli”, con la que entra a “desafiar la idea de lo que es la costura, y de lo que debería ser, creando prendas que respetan la tradición no solo de esta Maison, sino también del arte que se esconde detrás, al mismo tiempo que exploro los clichés asociados al género”.
“Quiero crear una casa de costura alternativa”, subraya. “Aquí, fantasía no significa vestidos de princesa o delicados adornos; aquí, la fantasía está en el interior”. “Estas son prendas que te hacen consciente de tu cuerpo, que te hacen pensar en cómo te mueves por el mundo”. “Elsa Schiaparelli también creó piezas que modificaban el cuerpo, pero sus intenciones nunca fueron macabras”, como podían malinterpretarse algunas de sus creaciones, sino que con ellas “fomentó una exploración casi infantil, alejada de lo neurótico”. “Las suyas eran prendas que celebran el placer de pavonearse, el placer de lucirse”.
Transgrediendo las formas clásicas de la Alta Costura
Para dar respuesta a toda esta serie de inquietudes e influencias, Roseberry apostaba por crear una sucesión de prendas en las que, por un lago, recoge la marcada herencia de la propia Elsa Schiaparelli, más presente que nunca a través de esas tonalidades rosa “shocking” y de elementos como sus icónicos candados, mientras que por otro continuaba avanzando por ese camino de transgresión de los cánones y hacia la vanguardia sobre el que ya comenzase a avanzar, de manera tan brillante, la fundadora de la Maison.
“Comenzamos desechando las siluetas habituales de la costura”, explica Roseberry. “Quería escoger piezas que no están pensadas para ser mostradas en este contexto”, tales como “pantalones, por ejemplo, o una chaqueta bomber”, “e invitar a verlas de una nueva forma”. “Las técnicas, también, son inesperadas”, subrayaba, con “unos pantalones de piel con cintura elástica, un par de vaqueros reinventados en seda y decorados con los icónicos candados dorados de Schiaparelli”, al tiempo que “los tejidos son inventivos y disruptivos por igual”. “Seda, cuero y tafetán se unen a terciopelo y neopreno, así como a un vestido drapeado en sinuoso punto”. “Aún pareciendo tan irreverente, todo ello es una continuación del legado de la casa y su fundadora”. Un homenaje a una Elsa Schiaparelli a la que Roseberry describe como “una gran técnica” que “amaba los tejidos, especialmente los más innovadores”. “Fue la primera costurera que utilizó tejidos sintéticos, la primera en incorporar cremalleras de plástico en su trabajo”. “Su ambición era experimentar, desobedecer en todo lo posible”, en aspectos que iban de la “fabricación” a la “forma”, el “color” y la “iconografía”.
Dirigiendo la colección también hacia a ese objetivo, el de servir de homenaje a la herencia aportada por la fundadora de la Maison, “referenciamos muchos de los códigos (y looks) que ella inventó, tanto directa como indirectamente”. “Nuestra capa de lana ‘basketweave’, decorada con miles de cuentas doradas, invoca su velo con capucha de 1938, pensado para asimilarse al cabello”, mientras que “también encontramos su icónico candado, reinventado aquí en un ‘clutch’”, o con “su cinta de medir, transformada en una versión exagerada”, y que “reaparece en tejido de seda”.
El valor de lo artesanal: el alma de la Alta Costura
Una selección de piezas y de prendas todas ellas mimadas y cuidadas hasta el máximo de los detalles, y para las que Roseberry prestaba especial atención a la calidad de los bordados. Un aspecto que confesaba venir admirando de manera singular del legado de la Maison.
“Siempre he admirado cómo Elsa bordaba las piezas”, más aún “en un tiempo en el que esto tenía una importancia menor”, pero que en “las suyas guardaban gran protagonismo”. “Traté de evocar ese mismo espíritu en esta colección”, subraya, donde “los bordados son tratados como decoración, casi como joyería”. “La mano del artesano que los creó está presente en todo momento. Se trata de un complemento de las propias siluetas, que guardan esa misma audacia”. “La palabra ‘magia’ se usa a menudo cuando hablamos de costura. Y es mágico”, pero detrás de todo ello “está la mano humana y la dedicación humana”. Por tanto, “esta colección es un tributo a la magia, pero sobre todo al trabajo que hay tras ella”.
Photo Credits: Cortesía de Schiaparelli.