Schiaparelli, oasis de belleza y provocación
cargando...
Una vez más la legendaria casa de modas francesa Schiaparelli, cuyos orígenes se remontan a los de su fundación —hacia finales de la década de los años 20— por la célebre diseñadora de ascendencia italiana Elsa Schiaparelli, ha sido la encargada de inaugurar una nueva edición de la Semana de la Alta Costura de París. Pasarela cuyas celebraciones se prolongarán sobre la capital francesa hasta el próximo jueves 7 de julio, y de las que la Casa participará desde su condición como miembro de pleno derecho de la Cámara Sindical de la Alta Costura. Uno de los tres órganos centrales, junto a las cámaras de la moda femenina y la de la masculina, que integran la organización de la Fédération de la Haute Couture et de la Mode encargada de la organización de las distintas Semanas de la Moda de París.
Apostando nuevamente por un formato presencial y con público, tal y como la Casa de modas volviera a hacer durante la pasada edición de enero de la Semana de la Alta Costura, y dejando así ya definitivamente la modalidad de presentaciones online a las que se veía empujada a recurrir como consecuencia de la pandemia, desde Schiaparelli presentaban a primera hora de este lunes su colección “Renacer”. Propuesta de la casa para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2022/2023, firmada una vez más por el diseñador estadounidense Daniel Roseberry. Director creativo de Schiaparelli desde el pasado abril de 2019, en un papel desde el que ha sabido venir a revitalizar la legendaria casa de modas, mediante propuestas tan atrevidas y sugerentes como la presentada hace escasamente unas horas en París. Una colección desde la que el creativo entraba nuevamente a reinterpretar, en clave contemporánea, algunas de las más icónicas creaciones de la casa Schiaparelli, haciendo para ello uso como su principal herramienta del lenguaje creativo de la propia fundadora de la Maison. Una Elsa Schiaparelli a la que podremos seguir así veladamente apreciando en el trasfondo de cada una de las creaciones firmadas por Roseberry. Sucesión de prendas que el diseñador, y dando con ello buen seguimiento al ánimo desbordantemente creativo e imaginativo que la propia Schiaparelli supo defender en los mismos albores de la Segunda Guerra Mundial, ha presenta como un firme alegato en defensa de la belleza y de la provocación frente al pesimismo que pueda reinar en la actualidad.
“Creo que a veces nos ponemos a la defensiva cuando nuestros críticos nos acusan de querer hacer cosas hermosas”, sostiene el propio Daniel Roseberry, a lo largo de unas declaraciones que nos hacen llegar desde la propia casa de modas francesa. “Pero, ¿qué hay de malo en querer hacer cosas hermosas? No es la única parte importante de la vida, por supuesto, pero es parte de la vida”, sostiene el creativo estadounidense. “Y hacer cosas realmente hermosas no es realmente tan fácil”, añade, “pero es un privilegio, y estoy agradecido por ello todos los días”.
Un divertimendo nada reñido con el compromiso social
Profundizando en esa defensa de la belleza, de la creatividad y de la inventiva, y por extensión de toda aquella manifestación artística que no persiga más que el deleite de los sentidos, en la que convierte en sinónimo esta colección “Renacer”, Roseberry trata de poner el foco en esos cuestionamientos éticos y morales que de un tiempo a esta parte están centrando los discursos que se suceden dentro del ámbito de la moda. Unos posicionamientos que podríamos extender aquí a asuntos más concretos, como los avances en sostenibilidad, en circularidad o el posicionamiento de las firmas de moda y de los diseñadores frente a conflictos sociales como puede ser la actual guerra en Ucrania, que el estadounidense aplaude, pero sobre los que alerta que no deberían de centrar exclusivamente las propuestas en moda. Unas colecciones para las que, además de todo lo apuntado, defiende la capacidad para que vuelvan a alzarse como una suerte de oasis en los que precisamente encontrar refugio frente a los envites de los tiempos.
“Todos los que trabajamos en moda sabemos que gran parte del resto del mundo piensa que lo que hacemos es una tontería”, apunta Roseberry. “Es una crítica aburrida, y todos argumentamos lo contrario, pero si lo piensas bien, la moda es una tontería a veces”, pero “también es provocativa, inquietante, desafiante y significativa. Es impresionante. Es hermosa”. No obstante, y a pesar de esas facultades para resultar tan creativa como provocadora, “en los últimos años”, añade le diseñador, “parece que la moda ha hecho todo lo posible para demostrar que en realidad no es una tontería”, en un ejercicio con el que habría llegado a perder parte de su “magia”.
“La presión que sienten los diseñadores para hacer una declaración sobre la situación política actual, nuestro actual desastre climático, las desigualdades entre personas de diferentes razas y géneros, y una época de guerra, de hecho, ha dado lugar a un trabajo extraordinario, sin mencionar un nuevo compromiso de nuestra industria con la cultura más amplio”, elementos indiscutiblemente a favor, como consecuencia de un posicionamiento que no obstante “también ha llevado a una auto seriedad a veces aburrida, una que pone en primer plano la moda con eslóganes”. “Es fácil resultar serio”, añade, pero “el camino más difícil es seguir siendo un miembro comprometido de la sociedad y, al mismo tiempo”, mediante el propio trabajo, “atreverse a volver a una especie de inocencia creativa, al estado de asombro que todos sentimos cuando vimos nuestro primer desfile trascendente”. Un punto al que precisamente trata de empujarnos con esta última colección.
“Siempre hablo de intentar alcanzar ese estado de inocencia creativa, de luchar por estar cerca de esa persona que se enamoró de la moda y sus posibilidades, de no sucumbir al cinismo o al hastío del mundo”, explica el diseñador estadounidense. Es por ello que “espero que ese espíritu se refleje en esta colección”, de la que “espero que las personas que la vean puedan darse cuenta de lo bien que lo pasamos el equipo y yo haciéndola”; de la “alegría que sentimos al crear cosas, al hacer preciosos objetos que la gente siempre recordará”, y que eso “se note en cada abrigo, vestido y accesorio”.
De la reinterpretación de la chaqueta “Cocteau” a las referencias a Ucrania
Compuesta por un total de 33 estilismos distintos, a cual de todos más único, extravagante y singular, en cuestiones ya de diseños las intenciones de Roseberry terminaron tomando cuerpo en forma de una colección que bebía directamente de algunas de las colaboraciones más destacadas que llegó a firmar en vida Elsa Schiaparelli, con artistas de la talla de Salvador Dalí, Alberto Giacometti, René Magritte o junto a los fotógrafos Cecil Beaton, Horst y Man Ray.
Armada así pues sobre una sobria paleta cromática dominada por blancos y negros, que cedía todo el protagonismo a una materialidad que tomaba forma de la mano de un rico universo de brillantes texturas metálicas y profundos terciopelos, como prendas clave de la colección se descubrieron unas nuevas reinterpretaciones del mítico abrigo con trampantojo firmado por Elsa Schiaparelli junto al polifacético artista francés Jean Cocteau. Responsable de firmar ese bordado de jarrón con caras y motivos florales que forma parte del archivo histórico de la casa Schiaparelli, como elemento central de un abrigo que pasa aquí en esta colección a tomar forma tanto de vestidos como de chaquetas desbordadas de flores. Y todo, mientras vuelven ha hacer acto de presencia las cadenas y candados que forman parte natural del lenguaje creativo de la casa, mientras se llevan al extremo otros conceptos tan propios, y provocadores, como su escote en forma de “corazón invertido” —presente además en una doble alusión a la colaboración con Cocteau y a su bordado de jarrón en forma de la cara de dos mujeres—, y Roseberry entra a reinterpretar otras creaciones icónicas de la fundadora de la casa, como aquellos pantalones con tela de paracaídas, elemento este que parece recoger para devolverlo en forma de un voluminosos conjunto de cuerpo asimétrico en satén blanco y falda en crepé negro.
Como último aspecto a destacar, bajo ese mar de terciopelos y satanes, pedrerías, complementos dorados en oro y sombreros en trampantojo bordados de plumas en efecto espiga de trigo, se hicieron claramente palpables esos posicionamientos éticos a los que apuntaba en sus disquisiciones el propio Roseberry. En este caso, con unas alusiones a la guerra en Ucrania que podían fácilmente inferirse, tanto de la presencia de esas coronas de trigo, como de ese conjunto en azul noche que se mostró sobre la pasarela en compañía de una paloma de cuero moldeada en organza y cuentas blancas, sosteniendo una rama de olivo en acabado oro.
- Puede ver el vídeo completo del desfile pinchando Vídeo: Renacer FW22, Schiaparelli en la Semana de la Alta Costura de París.
- La Alta Costura vuelve a París con la española Juana Martín como debutante.