Una loa a la belleza y a la Alta Costura: Schiaparelli presenta “The Matador”

Madrid – En el marco de esta Semana de la Alta Costura de París que arranca hoy su andadura sobre la capital del Sena, era la célebre casa de modas parisina Schiaparelli, adquirida en 2007 por el empresario italiano Diego Della Valle, presidente y principal accionista de la italiana Tod’s, la encargada de inaugurar las festividades con la presentación de “The Matador”. Su colección de Alta Costura para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2021/2022, que la casa de modas francesa ha dado a conocer a lo largo de una presentación digital que podía seguirse de manera online a través de los canales oficiales de la casa, así como de la plataforma propia de la Fédération de la Haute Couture et de la Mode de la moda francesa.

Diseñada por el creativo estadounidense Daniel Roseberry, director creativo de la Maison desde finales del pasado abril de 2019, cuando llegó a la casa para ocupar el cargo que hasta entonces habían venido defendiendo el italiano Marco Zanini (de 2013 a 2014) y el francés Bertrand Guyon (de 2015 a 2019), la propuesta se denota por presentarse como la antítesis de la diseñada por el creativo de cara a esta temporada Primavera/Verano de 2021. Una colección que veía la luz el pasado enero, y que nacía entonces de sus intenciones por subvertir los códigos propios de la Alta Costura, en un interés que ahora vira en 180 grados para deleitarse en la belleza y en ese “savoir-faire” tan propios de la Alta Costura, sin olvidar en ese devenir ni por un momento el carácter subersivo del que siempre supo hacer buena gala la fundadora de la Maison. Una Elsa Schiaparelli a la que, una vez más Roseberry vuelve a rendir tributo.

“Si la anterior temporada se trató de la deconstrucción, de ir más allá de los límites de la Costura y sus reglas no escritas, esta temporada sentí la libertad para poder hacer algo intensa e indudablemente bello”, porque “a veces”, detalla el diseñador, “hay que rebelarse contra la belleza para poder regresar a ella”.

Del colorido de Lacroix al romanticismo de Ingres y referencias al mundo taurino

En ese gusto por deleitarse en los placeres más bellos de la costura, además de mantener con rumbo fijo su mirada puesta en la propia Schiaparelli y en sus surrealistas confecciones, Roseberry a partido para esta aventura en busca de un mayor número de referentes. Regresando de ese viaje con una mochila colmada de influencias venidas de campos provenientes desde en la misma moda, al mundo del arte, la ciencia ficción e incluso en ese mundo de la tauromaquia que le sirve tanto para dar nombre a la propuesta, como para marcar el origen de una infinidad de detalles que cuyo origen bien podremos situar en esos trajes de luces del que hacen uso los toreros en el coso.

“Durante dos años”, detalla el diseñador estadounidense a lo largo de unas declaraciones difundidas desde la propia casa de modas francesa, “he afirmado que no me interesaba la nostalgia”. “Esta temporada, en cambio”, apunta, “es por donde comencé”. “Me encontré a mi mismo preguntándome, una y otra vez, ¿qué ocurre si combinas un Manet, un Lacroix, un poco de los años 1980, de los 1880, lo alienígena, un poco de Ingres y mucho color? ¿Podría hacerlo? Y, ¿cómo sería?”, se auto inquiere el diseñador. ¿La respuesta? “The Matador”, “una colección que rinde honor a la visión de Elsa pero no es esclava de ella”, enfatiza Roseberry.

De una alta profusión de dorados a surrealistas teteras cubriendo los pechos y homenajes a Cocteau

Como resultado de ese cruce de abigarradas influencias, nos encontramos frente a una colección tan rica en acabos como en matices, construida sobre una paleta cromática en la que priman los acabados metálicos en plata y oro. Mismas tonalidades que veremos como elementos más singulares de los elaborados bordados y accesorios que se encargan de armar esta propuesta, que en cuanto a líneas se destaca por enfatizar los volúmenes, tanto en su forma rígida como fluida. Mientras que como aspectos más en línea con ese carácter disruptivo tan propio de la casa, nos encontraremos desde con esos cubre pechos metálicos, hasta con unos vaqueros puestos del revés y referencias a iconografías propias como los ojos, los candados y las flores. No pudiendo en este mismo sentido dejar de pasar por alto esa revisitación que Roseberry lleva a cabo sobre ese abrigo floral, en forma de trampantojo, que Cocteau realizase en colaboración de la propia Elsa Schiaparelli. Una suma de elementos con los que, de nuevo y en síntesis, Roseberry busca realizar esa loa a esa belleza que solamente puede darse al abrazo de la Alta Costura.

“Esto es lo que quiero”, subraya el director creativo de Schiaparelli, “no más piezas que tienen el aspecto de haber podido ser hechas por cualquiera, no más cinismo, no más ironía, no más timidez, no más frialdad. Dadme más belleza, más romance, más esfuerzo”. “Hace un año”, añade, “me sentía como si estuviese diseñando para el fin del mundo. Pero el mundo no se acabó. Aún seguimos aquí. La moda aún sigue aquí. La Alta Costura también. Y no solo sigue aquí, sino que, en un mundo basado en lo fácilmente reproducible y digitalmente diseminado, su poder es más grande que nunca”, destaca.

De este modo, su propuesta busca igualmente representarse como “una vuelta a la inocencia, a la alegría que me sumergió en la moda en un primer momento”, para mostrarse como algo “tan emocional como enamorarse”. Porque “también es un tributo al romance, al exceso, a los sueños, porque realmente, ¿hay algo más urgente hoy en día que soñar a lo grande? ¿Que soñar con un mundo mejor?”, se pregunta el diseñador. Es por ello que “espero que esta colección recuerde a todo el que la vea lo que la moda puede darnos en momentos difíciles”, como los que hemos venido viviendo a lo largo de todo este último años, “y con ello, la promesa” que nos da la moda de que nos dará aún “más alegría cuando las nubes se alejen”. “Dadme más moda. Dadme más esperanza”.